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miércoles, 22 de diciembre de 2010

Renueva tu fe en estas fechas

¿Por qué la apatía en estas fechas? , ¿Por qué el desagrado de lo que te rodea?, no hace falta mas que solo recordar para alegrarte esta Navidad. Recuerda hace unas Navidades, cuando el frío congelaba tu corazón. Recuerda hace unas Navidades cuando solo anhelabas un poco de paz cómo regalo de Navidad.

Si bien es cierto que ha sido un año difícil, también es verdad que ya no eres el mismo de antes. Conociste a aquel que le ha nacido a la humanidad para regalarles libertad. Tal vez te has encontrado bajo pruebas y tu fe se ha nublado, pero eso no es razón suficiente para seguir con esa apatía ante la vida. Hay gente alrededor tuyo que anhela ese gran regalo que un día recibiste, hay personas desesperanzadas anhelando escuchar acerca de la salvación.

Es tiempo de renovarte, es tiempo de volver a creer y encender la llama esta Navidad. No mires lo que no tienes, solo mira dónde ya no estás, esa es hoy tu realidad. Tal vez no tengas dinero para comprar costosos regalos pero hoy tienes un corazón que puede dar amor. Tal vez no tengas ese empleo por el cual tanto luchaste pero por la gracia de Dios hoy has sido restaurado para glorificarle a él con tus dones y talentos. Tal vez tu salud no ha sido totalmente reestablecida pero tu hombre interior es fuerte cómo un roble.

Qué te parece si mejor recuerdas quién ya no eres y todas las bendiciones que hay en tu vida desde que aceptaste a Cristo en tu corazón. Qué te parece si mejor comienzas a cantar y declaras las maravillas que ha hecho Cristo en tu vida. Qué te parece si comienzas a vivir de la manera que un día prometiste a tu salvador, regalando amor.

Navidad celebra un nacimiento, tal vez exista debate respecto a la fecha en qué nació nuestro salvador y muchos se inclinen por no celebrar estas fechas cómo su nacimiento; pero lejos de celebrar el nacimiento de Jesús en estas fechas, todos los días debemos celebrar su llegada a nuestros corazones y alabarle con nuestras vidas.

Qué te parece si el día de hoy dejas a un lado todas tus cargas y solamente alabas a aquél que te devolvió la vida y ha dado un futuro de esperanza. Qué te parece si echas fuera la apatía y con tu nuevo corazón compartes amor esta Navidad.

Yo te invito a que esta Navidad compartas con alguien el mejor regalo que puedan recibir, a Cristo en su corazón. Y de esa manera todo volverá a tomar sentido esta Navidad.

ISAIAS 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”
Autor: Richy Esparza

martes, 21 de diciembre de 2010

La esencia de Navidad es Amor

Se nos dice que la Navidad es una “época de alegría” y un “momento de gozo”.
Pero, en tanto la Navidad se acerca, ¿no experimentas a veces cosas muy lejos de alegría y gozo?
¿Te encuentras hundido y tus días llenos de cosas por hacer?
¿Estas cansado después de un largo año y los numerosos problemas y dificultades que aparecen en tu camino?
¿Te parece que la Navidad es una presión más y una demanda más de tu tiempo.
Deténte por un minuto.
Es posible que pienses que no tienes tiempo para detenerte, pero debieras hacerlo.
Deseo ayudarte a experimentar la calma y la paz esta Navidad. En vez de esperar a sobrevivir las fiestas, quiero mostrarte que realmente gozarás este momento!
Significará sin embargo un intercambio.
Tu tendrás que abandonar algo en tu ocupada vida para que puedas hacer espacio para algo mejor.
Tu puedes mirar a cada Navidad como que necesita ser mas grande y mejor que la anterior, y ansiosamente ocuparás cada momento haciendo preparativos para esa meta.
Pero a veces menos es más.
¿Te has detenido a pensar respecto a que si todo este correr es necesario?
¿Te está haciendo a tí y a tus amados más feliz esta Navidad?
¿O estás dejando fuera las cosas verdaderamente importantes en la vida para así seleccionar los regalos perfectos, arreglar las decoraciones impecablemente, y reunir los mas suntuosos ingredientes para la cena de Navidad?
Mientras menos desesperado estés en crear la Navidad “perfecta”, más tiempo encontrarás para gozarla.
Mientras menos estresado y presionado estés, más felicidad y alegría llenará los momentos que tu y tus amados tendrán juntos.
La Navidad se goza mejor cuando no está centrada en las decoraciones, regalos, o festividades, sino cuando el amor es el centro.
El amor es la esencia de la Navidad
La Navidad debiera significar ocupar tiempo precioso con tu familia y amigos. Tiene que ver con acariciar y celebrar el amor que compartes.
Tristemente, el amor puede perderse antre el movimiento y el bullicio. A veces está tapado por las decoraciones y regalos, las compras sin fin, y la cena de Navidad y su contenido.
La Navidad es época de fiesta, pero tiene que ver con mucho más que eso.
La Navidad es Mi cumpleaños. Es época de celebrar el mas grande regalo dado a la humanidad.
¿Puedes tomar un momento para Mi ahora, en honor de Mi cumpleaños?
¿Puedes gastar un minuto para dejar que te diga cuanto Te amo??
¿Puedes parar para agradecerme por Mi amor, y reflexionar cómo puedes esparcir más amor por el mundo?
Fue el amor por tí que Me trajo a la Tierra hace más de 2000 años.
Fue el amor el que Me dió ímpetu para caminar por tu mundo y ser uno de los tuyos, para vivir y morir por tí.
El amor fue, y aún es, el centro de Mi existencia.
Todo lo que he hecho ha sido por amor a tí personalmente, y por amor a la humanidad como un todo.
Tu significas mucho para Mi!
En esta Navidad, toma tiempo para amar..
Si lo haces, estarás dándome un maravilloso regalo, y Me será posible darte especiales regalos este año.
Jesús.
Las festivas decoraciones, los deliciosos alimentos, los muchos regalos, caerán en el olvido la mayor parte de ellos, perdidos entre los recuerdos de muchas Navidades; pero el amor que habrás compartido y alimentado vivirán por siempre.
Si tu aún no has experimentado el hermoso amor de Jesús, el corazón y el alma de la Navidad, puedes hacerlo ahora.
Todo lo que necesitas es invitarle a entrar en tu corazón y vida.

ORACION:
Jesus, te agradezco por el amor que me has mostrado al venir a la Tierra, al vivir y morir por mí. Quiero celebrar esta Navidad contigo. Deseo conocerte, recibir Tu amor y Tu regalo de la vida eterna. Por favor toca mi vida con el amor que Tu tienes para ofrecer, y ayudame a compartir ese amor con otros también.
Fuente: www.tommyswindow.com

jueves, 16 de diciembre de 2010

Navidad, ¿historia o leyenda?

EL BÉLEN O EL «PESEBRE»
Segunda parte


El origen del Belén (otros lo llaman «el pesebre») se le atribuye a Francisco de Asís. Cuentan que celebró en un establo del bosque de Graccio, Italia, un culto de Navidad. Sirviéndose de un pesebre, Francisco improvisó un altar, mientras hombres y mujeres hacían el papel de José, María y los magos en presencia de animales. Esta representación fue luego a las iglesias y finalmente a los hogares. Su apelativo fue que este drama salía directamente de la Biblia y no de los mitos paganos.

En el siglo IV, empezaron a representarse plásticamente personajes bíblicos, con la inseparable imagen del buey, la vaca y el asno. Interesantemente, el simbolismo no terminó con representaciones reales o imaginarias del pesebre. Gradualmente se añadieron nuevas costumbres que no tenían nada que ver con la historia bíblica.

PAVOS Y GALLOS
Antes del descubrimiento de América, las celebraciones religiosas, se hacían con la inmolación de gallos y gallinas. (En el Japón, hace siglos, el gallo era adorado, y los chinos lo situaron en el décimo lugar de los signos del zodiaco, dándole el nombre de «Ki», que significa «buen augurio».) En el siglo VIII, se creía que el gallo era portador de presagios y la gallina propiciadora de abundancia. Por eso estos animales fueron los preferidos de Navidad y Año Nuevo.

Los conquistadores se llevaron esta creencia al Nuevo Mundo, pero allí hallaron un animal plumífero de mayor tamaño, y lo consideraron inmediatamente. El pavo, no obstante, no fue plato navideño hasta mucho después que Hernán Cortés lo trajera de América; el pavo pasó rápidamente a ser al plato fuerte de las celebraciones religiosas: el Día de Acción de Gracias en EE.UU., y la Navidad europea.

EL ÁRBOL DE NAVIDAD
El abeto —árbol de hoja perenne— con ramas cubiertas de hojas alternas, todas semejantes, apalancas y mucho más cortas que los pinos, es el árbol de Navidad. Los nórdicos de antaño acostumbraban a sembrar tal árbol frente a sus casas, lo que constituía un símbolo de la inmortalidad.

Se cree que la costumbre de colocar el árbol en Navidad nació en Alemania en el siglo VIII. De su origen, se cuenta que fue San Bonifacio, un misionero británico nacido en 680, quien lo consagró como símbolo de estas fiestas. Bonifacio (llamado «apóstol de Alemania») en un sermón de Navidad, estaba empeñado en convertir a unos druidas1 que idolatraban a los robles. Para obtener el necesario golpe de efecto, derribó uno de esos árboles ante los asombrados ojos de ellos con tan buena fortuna que la caída del roble aplastó todo vegetal que se encontró a su paso, menos un pequeño abeto, al que San Bartolomé llamó desde entonces «árbol del Niño Jesús», con lo que la tradición estaba servida.

La costumbre fue colgar dulces en sus ramas para los niños.

En el siglo XVI, se cuenta que Martín Lutero, regresando a su casa una Noche Buena, vio las hojas de un abeto maravillosamente reflejar las estrellas. Fue tan impresionado que lo cortó, y lo llevó a su casa. Lo iluminó con velas, para que sus hijos pudieran apreciar el espectáculo. Así comenzó la práctica de iluminar los arbolitos en la época de Navidad.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Navidad, ¿historia o leyenda?

Por Rubén Gil

PRIMERA PARTE
Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo
fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria.
E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea,
de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén,
por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer,
desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí,
su cumplieron los días de su alumbramiento. Dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales,
y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Perfecta la síntesis de Lucas al describir el nacimiento de Jesucristo. Su relato es, ante todo, concreto y preciso. Es rigurosamente histórico. Nos ofrece nombres, cargos de los gobernantes, de su tiempo y lugares.

Lo que ya no es tan cierto es toda la leyenda que se ha tejido alrededor de aquel hecho histórico que conocemos con el nombre de Navidad.

Hace varios años el propio Juan Pablo II reconoció que la fecha del 25 de diciembre era convencional, que se eligió para sustituir la fiesta pagana del «Natalis Solis Invicti».

Entre las prohibiciones que practicaban los cristianos primitivos estaba la de no celebrar los cumpleaños, pues, por ser salvos, eran eternos. Consideraban paganos por lo tanto, celebrar lo natividad de Jesucristo; aparte de que «desconocían» el día de su cumpleaños.

EL AÑO DEL NACIMIENTO
Se da por sentado que Jesús nació el año cero de la Era Cristiana, o sea, en el año 753 desde la fundación de Roma, pero no es posible que sea así. Roma databa todos los eventos a partir de su fundación (fundada según la tradición por Rómulo y Remo el 21 de abril de 753 a.C.)

Según Mateo 2:1-8, Jesús nació durante el reinado del rey Herodes el Grande. El problema es que Herodes murió en el año 4 a.C., según el calendario romano. Jesús nació probablemente en el año 749 a 750 de ese mismo calendario romano, que varía cuatro o cinco años de la fecha dada en nuestro calendario moderno comúnmente aceptado.

El padre del error cronológico fue Dionisio, un monje apodado «el exiguo», al que el Papa Juan I le encargó (en el año 526) que fijara la fecha del nacimiento de Jesús. Según los eruditos, Dionisio cometió algunos errores. Pero, cuando se descubrió el error, era tarde para rectificar. En el año 644 la iglesia de Inglaterra aceptó la fecha y más tarde toda la cristiandad. Por lo que, siendo rigurosamente históricos, ¡Jesús nació el año seis antes de Cristo!

EL CUMPLEAÑOS DE JESÚS
La Navidad dio pie a los cristianos de Occidente para establecer una fecha para celebrar el nacimiento de Jesús. Hay que entender los factores que los llevaron a escoger el 25 de diciembre.

Para los antiguos germanos y los romanos el 25 de diciembre era el «cumpleaños» del Dios Sol, el más importante de los dioses paganos. Ese era el día más celebrado y más festivo del año. Por siglos se había celebrado, prestándose a toda clase de exceso.

Pero para el tercer siglo, los cristianos numeraban más que los paganos. Además, apareció en escena el victorioso general Constantino (274-337) que conquistó a Roma. La historia nos cuenta de su conversión, ocurrida en las afueras de Roma en 312, cuando tuvo la visión de una cruz sobrepuesta al sol, y oyó la voz que le dijo: «Con esta signo venceréis». Se convirtió así en el campeón del cristianismo. En el año 313, con el edicto de Milán, declaró el cristianismo religión oficial del imperio.

No es de extrañarse, pues, que al cristianizarse el mundo, ellos procuraran cambiarle el énfasis a la ofensiva fiesta del Dios Sol. Querían celebrar el cumpleaños de Jesús. No fue que adoptaron como suya la fiesta pagana; lo que hicieron, más bien, fue quitársela a los paganos para convertirla en el día para celebrar el nacimiento de Jesús, que en verdad merecía toda gloria y honor. Hasta había, por cierto, algo de precedente bíblico para hacerlo, pues Malaquías había profetizado: «Más a vosotros que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación». (4:2) Nótese el Salmo 84:11: «Porque sol y escudo es Jehová Dios».

Se parecen a los cristianos que más tarde tomarían canciones seculares y las cristianizarían con letra y doctrina bíblica. Lo impresionante es cuán exitosos fueron. ¿Quién hoy día piensa en el 25 de diciembre como el cumpleaños del Dios Sol?

sábado, 27 de marzo de 2010

DIOS Y EL PORQUE DEL SUFRIMIENTO

¿Qué papel juegan el dolor y el sufrimiento en nuestras vidas? En Mayo de 1999, asiste a un banquete al que se invitó a hablar a Joni Eareckson Tada, la muy conocida y querida cristiana que sufre cuadraplegia. Con cara risueña y refulgente, la mujer contó algo de sus luchas.
Indicó que le había pedido a Dios que cuando llegara el momento de ir al cielo, le permitiera llevar su silla de ruedas. Una vez allá, la rodaría hasta colocarla al lado de Jesucristo y, con gran gratitud, le daría gracias por esa silla en la que pasó tantos años de miseria.
Luego, dirigiéndose al público, señaló que si no hubiese sido por esa silla que, al parecer, llegó a moldearse a su frágil e inmóvil cuerpo, jamás habría llegado a amar a Cristo con todo su corazón. Sin ella jamás habría buscado sus caminos. Ni hubiera llegado a aprender, ni mucho menos estudiar, su gloriosa palabra. Sin esa silla jamás habría intentado servirle, a pesar de su condición física. Aquella silla le hizo entender y apreciar la gran agonía y el dolor que el mismo Señor Jesucristo sufrió para perdonar los pecados del mundo. Ese objeto le permitió participar de sus sufrimientos, dándole deseos de ser como El.
Joni concluyó el relato anticipando que cuando reciba ese cuerpo nuevo, glorificado, parecido al de Jesús, le dirá al Señor que, por favor, le de una tremenda patada a la famosa silla para enviarla al mismo infierno.
¿Por qué vienen los problemas y el dolor? La Biblia da respuestas importantes a esta interrogante. Antes de analizar esas afirmaciones, sin embargo, conviene responder a varias presunciones sobre el tema.
Juan Calvino afirmó que podía descansar tranquilamente porque sabía que >>la mano de Dios estaba sobre el timón del mundo>>. El caso es que nosotros hoy, viviendo entre la violencia, el caos, el desorden y la maldad, creemos tener argumentos para dudar de ese concepto calvinista. Si es en verdad Dios el que controla todo, necesitamos algunas evidencias para poder aceptar esa doctrina de la providencia divina, dado que hay tanta maldad y perversidad en nuestro mundo. Por tanto, ¿Cómo es posible que Dios esté en control de todo? ¿No será más bien que Satanás, con sus huestes de iniquidad, ha deslizado toda esa terrible avalancha del mal que sufrimos?
No queremos minimizar las objeciones a la soberanía de Dios. Por ejemplo, varios creyentes en Miami, en Agosto de 1992, sufrimos la perdida de nuestros hogares, victimas del huracán Andrés. Aquello parecía una escena en la que soltaban a uno de los cuatro jinetes apocalípticos sobre nuestra tierra. Muchos cuestionamientos surgieron en la mente de los incrédulos y aún en los creyentes. Por otra parte, ¿Cómo entender la ola de sufrimientos arrastrada tras el huracán Mitch en honduras, Nicaragua y Chiapas, en 1998? ¿Cómo explicar el terrible terremoto en Colombia en enero del 1999, que enterró a miles de personas entre sus propios despojos y dejó a la ciudad de Armenia en ruinas? ¿Como interpretar el diluvio devastador que descendió sin aviso sobre el venezolano estado Vargas la noche del 15 de diciembre de 1999? ¿Estuvo Dios detrás de todo ello?
Hay otros tipos de mal no obstante. En la ciudad de México un pastor amigo abordó un taxi para ir al aeropuerto. En el camino, el taxista detuvo el auto en un lugar solitario mientras varios hombres armados asaltaban al pastor. Lo golpearon, le robaron cuanto tenía y lo abandonaron en un suburbio de esa enorme ciudad. ¿Cómo puede tal suceso ser la voluntad de Dios?

Un día por otro lado, una fiel cristiana hacia su trabajo rutinario en, la casa cuando alguien tocó la puerta. Sin ningún recelo ni sospecha, la abrió con confianza. Un hombre con la cara cubierta por una máscara, se abalanzó sobre ella, la ato, tomó los objetos de valor y entonces abusó sexualmente de ella. Si hay un Dios que controla este mundo, ¿Cómo puede permitir esas cosas?
En todos estos casos ¿Dónde estaba el ángel del Señor que acampa alrededor de los que le temen y los defiende? En otras palabras, en los momentos en que mas necesitamos su auxilio por las tragedias y sufrimientos que inesperadamente nos azotan, ¿Dónde esta Dios?
No es que dudemos de la soberanía de Dios, es que desde nuestra perspectiva humana las penas sufridas parecen mas obras de un demonio que de un Dios amante. Además, si todas las cosas estuvieran bajo su soberano control, ¿no seria propio esperar que al menos diera alguna protección especial a aquellos que nos llamamos sus hijos? Si es que se nos pide creer en la soberanía de Dios, convendría tener algunas respuestas a estas inquietudes.


EL INTENTO TEODICIO

Muchos, a través de las edades, han tratado de entender el problema del mal. ¿De donde viene lo malo?, ¿Podría venir de Dios?, ¿Será el diablo su autor?, ¿Por qué viene?, ¿porque tenemos que sufrir?, ¿Qué tiene que ver Dios con el mal?
No hay duda que la iglesia esta dividida en cuanto al tema. Algunos aseguran que el dolor y el sufrimiento proceden del maligno; otros afirman que proviene a causa del pecado, y todavía otros que opinan que es parte del plan de Dios. Comencemos el estudio repasando algunos de los argumentos de un famoso filósofo matemático Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716)
Reconociendo que Dios tiene que ser soberano –si es que es Dios—Leibniz trato de defender y justificar las acciones de Dios respecto al mal. Hizo una distinción entre tres tipos de maldad: Mal moral, mal físico y mal metafísico. Explicaba que el mal moral es el producto de seres humanos que deciden deliberadamente pecar contra las leyes de Dios. El mal físico es todo aquello amoral que sufrimos en el mundo; por ejemplo, las calamidades que ocurren en nuestro planeta tierra -- terremotos, huracanes, avalanchas, diluvios, epidemias, plagas, etc.

Leibniz explicaba el mal metafísico acudiendo a la finitud de todo lo creado. Argumentaba que lo finito lógicamente tiene que ser inferior a lo infinito. Por necesidad, entonces, al ser la creación finita, el mundo por fuerza tenía que ser imperfecto, compuesto de lo malo. Dios pudo haber hecho varios tipos de mundos, señalaba Leibniz, por ejemplo uno en el que no hubiera mal alguno. Tal mundo sin embargo, hubiera requerido de seres que no pecaran-para ello tendría que ser simples títeres. Al darle al hombre libre albedrío, Dios tuvo necesariamente que crear un mundo imperfecto, ya que tenia que permitir a lo finito expresarse como quisiera. Por tanto, Dios creo el mejor mundo posible, uno en el que podría existir el mal.
“Porque es Dios—razonaba Leibniz—y tiene la habilidad para ver todo desde la perspectiva de la eternidad, hizo a nuestro mundo lo mejor que pudo bajo aquellas circunstancias”

Esa conclusión, aunque parece erudita choca con lo que enseña la Biblia, porque niega la perfección de la creación. La Biblia nos dice: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran maneras(génesis 1:31)
El hombre y el universo fueron hechos perfectos, sin pecado y sin mancha. Es mas, el hombre fue creado a la misma imagen de Dios. No fue sino hasta el momento de la testación que el hombre cedió y escogió deliberadamente hacer el mal, ¡convirtiéndose en pecador!
Aunque discrepamos con Leibniz, dos de los términos que uso nos pueden ayudar para clasificar las áreas o aspectos del mal. El primero es el mal moral, que comprende las acciones pecaminosas y dañinas de nosotros los seres humanos. El segundo, es el mal físico, tratándose de la naturaleza (algo amoral) y lo que ella desata sobre la tierra—torbellinos, huracanes, terremotos, sequías, epidemias, etc. Escogeremos estos dos términos para hacer las mismas distinciones.



¿PORQUE SUFREN LOS JUSTOS?

Comencemos analizando al sufrido Job. El patriarca pierde repentinamente todo lo que tiene, y encima de eso, sufre una grave enfermedad que por poco lo consume. Tan terrible pena requiere una causa. Job, opinaríamos, tiene que haber hecho algo horrible para merecer tan increíble juicio. Ante tal conclusión, nos sorprende la observación del propio Dios que afirma que Job era Hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. ¿Como justificamos tal tragedia si es inocente?
Leyendo la historia con atención descubrimos que Job es la victima inocente de un encuentro entre Dios y Satanás. Es como si Dios descorriera la cortina y nos muestra la verdadera guerra espiritual que se libra en los cielos. Los protagonistas son El y sus buenos Ángeles. Los contrincantes son satanás y sus huestes malignas. Job—como a veces nosotros—es una simple victima de la guerra celestial, que ni tiene noción de lo que ocurre. El espectáculo nos obliga a preguntar ¿Cómo puede Dios ser justo y permitir tal cosa? Veamos.
Satanás se acerca al trono de Dios acusando a Job de servirle por interés—debido a todas las bendiciones que el da a los que le siguen. Y arguye que si Dios le quitara esas ricas bendiciones Job le daría la espalda, al punto de blasfemar su glorioso nombre. Alarmados vemos que Dios le da a satanás el permiso de hacer lo que quiera con el indefenso Job, con la sola limitación de no quitarle la vida al pobre hombre.
De inmediato satanás muestra su diabólico carácter. En un solo día desata sobre Job un desastre tras otro.
Primero los sabeos matan a todos los sirvientes de Job a filo de espada. Luego, con inclemente fuego misterioso acaba con todas sus riquezas, quemando a sus ovejas, ganado y camellos. Termina desplazando sobre los hijos de él un furioso torbellino sin que ninguno pudiera salvarse. La crueldad no tiene fin. Nótese como llega la información a Job. Los mensajeros, uno tras otro, le informan las noticias devastadoras al pobre hombre, tanto como para darle un infarto al corazón instantáneo.
Como siempre, sin embargo satanás sale perdiendo Dios esta tan confiado en Job que permite todo ese inmerecido dolor. Sabe que Job lo seguirá amando y confiando en El. En vez de blasfemar, de la boca del patriarca salen las dulce y ricas palabras:


“Desnudo Salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito (Job 1:21)

Satanás, sin embargo, no se das por vencido. Se le ocurre otra perversa idea-¡el hombre da todo por su salud!-. Con tal saña, peor que un monstruo, le pide permiso a Dios para quitarle la salud a Job. Lo enferma con lo que algunos médicos creen haber sido una combinación de lepra y elefantiasis. Así lo vemos lleno de ulceras, rascándose con un tiesto, buscando alivio en un nido de cenizas. Movidos por repugnancia ante tal sufrimiento, nos sorprende la respuesta de Job:

“¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” (Job 2:10)

Es lógico que exclamemos: ¿Cómo puede Dios permitir eso? ¿Cómo puede consentir el sufrimiento tan oprobioso de uno de sus fieles?. Es una escena dantesca. No queremos ver mas. Deseamos que se cierre la cortina de una vez por todas.
Alguien podría alegar:”pero el culpable no fue Dios, ¡fue satanás!”. Leamos con mucho cuidado lo que el Altísimo declara sobre el caso: “Y Jehová dijo a satanás: ¿no has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como el en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tu (el diablo) me incitaste (a mi) contra el para que (yo Dios) lo arruinara sin causa? (Job 2:3)
Si en algo nos ayuda el libro de Job es precisamente a ver que, por ser creador, Dios en su Soberanía puede permitir lo que crea mejor para cualquiera de sus hijos (véase Job 42:1-6) Es al estudiar el libro completo que nos percatamos que en Dios no hay acción perdida—todas las cosas ayudan a bien (romanos 8:28>)-, como declara Pablo. El sufrimiento de Job es útil para purificar su alma, para que conozca las imperfeccione s de su corazón, para profundizar su conocimiento acerca de Dios. Lo que en apariencia es malo, Dios lo torna en bien, mostrándonos el corazón y el carácter del bondadoso y amoroso Padre celestial. La escena final nos muestra a un Job doblemente bendecido. A la vez, Satanás termina derrotado por completo, con sus estrategias vencidas por la fidelidad y lealtad de un indefenso seguidor de Dios.
Ante los actos misteriosos del creador ¿que somos nosotros para cuestionar sus acciones? Este es el gran argumento de Pablo ante los romanos:

“Quien eres tu para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formo, porque me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? (romanos 9:20-21)

Y hablando de Pablo, recordemos lo que este gran y fiel apóstol sufrió por su fidelidad a Dios. Dijo:

“He recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como naufrago en alta mar; en caminos muchas veces;, en peligros de ríos, peligro de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y desnudez” (2º corintios 11:24-27)

Nada en ese dolor se debe a algún pecado personal, al contrario, es debido a su amor por Jesucristo.
Vayamos a los evangelios. Vemos allí a otro hombre. El es puro, santo, Hijo de Dios. Aunque no tiene mancha, nótese como lo describe el evangelista del antiguo testamento, Isaías:

“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, Experimentado en quebranto; y como que escondimos de EL el rostro, fue menospreciado y no lo estimamos. Ciertamente llevo El nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores, y nosotros lo tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre El, y por su llaga, fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se aparto por su camino; mas Jehová cargo en El, el pecado de todos nosotros. Angustiado El, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.”• (Isaías 53:3-7)

¿Habrá existido persona en toda la historia más inmerecedora de tanto sufrimiento? San Pablo da la siguiente explicación del padecimiento de Jesucristo;

“porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (hebreos 2:9-10)

Si Job no pecó cuando fue obligado a sufrir tan terriblemente; si a Pablo, el santo apóstol, Dios lo sometió a una vida dolorosa; si el ,propio Jesús, el hombre sin pecado, tuvo tanta aflicción, ¿Quiénes somos nosotros para pensar que a un hijo de Dios no le es justo sufrir en este mundo? Pero me adelanto. Esperemos el momento adecuado para llegar a conclusiones. Hay otro tema que debemos tratar primero.

¿PORQUE PROSPERAN LOS MALOS?

Parece que quienes mas gozan, los que mas disfrutan de la vida, los que mas avanzan y prosperan son la gente mas pecadora. De eso precisamente se quejaba el salmista:

“¿Hasta cuando los impíos, hasta cuando, Oh Jehová, se gozaran los impíos? ¿Hasta cuando pronunciaran, hablaran cosas duras, y se vanagloriaran todos los que hacen iniquidad? A tu pueblo, oh Jehová quebrantan, y a tu heredad afligen. A la viuda y al extranjero matan, y a los huérfanos quitan la vida. Y dijeron: no vera Jehová, ni entenderá el Dios de Jacob” (salmo 94:1-7)






Obvio es el éxito de los degenerados del mundo, observemos la historia de Genghis Khan, Napoleón, Mussolini, Hitler, Stalin y si quiere, incluya a Fidel Castro. Todos fueron culpables de innumerables, horrorosas e inhumanas atrocidades. Sin embargo, por años disfrutaron del poder, riquezas, honor y gloria. Cierto es que desde Al Capone al presente, la prensa ha contado la vida de personas que han sido homicidas, adúlteros, ladrones, violadores, violentos, crueles y abusadores. Han vivido como reyes, sin sufrir aparentemente castigo por sus delitos. ¿Cómo se explica eso si, como comúnmente se piensa, el castigo de Dios cae sobre los que pecan? ¿Dónde ha estado la justicia divina en estos casos?
No hay porque preocuparse. Pablo indica:
“Los pecados de algunos hombres son ya evidentes, yendo delante de ellos al juicio; mas a otros, sus pecados le siguen” (1º Timoteo 5:24, Biblia de las Américas).

Dios, no obstante, es paciente. En ocasiones castiga a los malvados al instante (como en el caso del diluvio, o de Sodoma y Gomorra, o de Ananías y Safira). Otras veces espera hasta después de la muerte, para hacerlo en el terrible juicio final, en aquel día cuando “pedirán a los montes y peñas; caed sobre nosotros y escóndenos del rostro de aquel que esta sentado sobre el trono, y de la ira del cordero (Apocalipsis 6:16).

De lo siguiente no hay duda; el castigo de todo pecador es cierto y seguro, ¡sea ahora o después! Si la señal de que uno obra mal, fuese un castigo inmediato, todos estaríamos en ataúdes y dos metros bajo la tierra. La furia de la ira de Dios nos habría consumido. Ningún hombre es inocente de pecado. Solo porque Dios es paciente y misericordioso es que cualquiera disfruta larga vida.
Por tanto, es irrazonable concluir que las causas del dolor que alguien sufre se debe a algún pecado, sea oculto o manifiesto. En esta vida no se sufre necesariamente las consecuencias de los pecados. En la mayoría de los casos el castigo espera hasta el gran juicio final.
Dios, por su propia condición, determinara lo que desea hacer con el mundo y con la humanidad que quebranta sus leyes, con esto concuerda toda la escritura: “para que se sepa desde el nacimiento del sol, hasta donde se pone, que no hay mas que yo; yo Jehová, y ninguno mas que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto” (Isaías 45: 6 y 7).
Leemos también “¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho? (Amos 3:6)
Además se nos dice:”Porque he aquí, el que forma los montes y crea el viento, y anuncia al hombre sus pensamientos; el que hace de las tinieblas mañana, y pasa sobre las alturas de la tierra; Jehová Dios de los ejércitos es su nombre(Amos 4:13)
Y añade: Buscad al que hace las Pléyades y el Orión, y vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como de noche; el que llama las aguas del mar y las derrama sobre la faz de la tierra; Jehová es su nombre. (Amos 5:8)
Y concluye otro profeta: He aquí que yo hice al herrero que sopla las ascuas en el fuego, y que saca la herramienta para su obra; y yo he creado al destruidor para destruir (Isaías 54:16)



¿PORQUE VIENEN LOS PROBLEMAS Y EL DOLOR?

La Biblia nos da varias respuestas importantes. Por ejemplo, vivimos en un mundo maldecido y pecaminoso. Esta verdad se plasma en génesis capitulo tres:
“Y al hombre dijo: por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol que te mande diciendo: no comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” (V: 17)
Abominable, terrible, odioso, terriblemente ofensivo es el pecado a los santos ojos de Dios. Precisamente, es a cuenta del pecado que este mundo es maldito por Dios-¡Y no por el diablo! Satanás, más bien fue coparticipe con el hombre en la horrible ofensa cometida contra Dios. Es por lo terrible4 que es el pecado que algo indescriptiblemente malo tiene que haberle afectado al mundo ese día en que Dios lo maldijo De un planeta hermoso y bueno se convirtió en este globo imprevisible, a veces furioso y maligno.

San Pablo afirma que, a causa del pecado, esta tierra -hecha para nuestra habitación- fue esclavizada, y desde el día de su maldición añora esa futura liberación cuando Cristo regrese. El apóstol señala: La creación misma será liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar as la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Nos explica que ahora, toda la creación gime a una, y a una sufre dolores de parto (romanos 8:21-22)

Estos terribles terremotos, esos devastadores huracanes, esos torbellinos, maremotos, inundaciones, sequías, plagas, epidemias son lo que Pablo llama dolores de parto. La naturaleza fue creada hermosa, perfecta y sin defectos. Así se observa en los primeros dos capítulos de génesis. Pero ahora a cuenta del terrible y ofensivo pecado del hombre, por el mismo creador ha sido convertida en enemiga del hombre. En verdad, ¡cuan terrible es el pecado ante los ojos de Dios!
Por otra parte tenemos que reconocer que la tierra sufre convulsiones terribles a consecuencia de la ofensiva maldad de sus habitantes. Los espinos y los cardos crecen para dificultar todo esfuerzo humano. Solo con el sudor de la frente se ha de ganar el pan diario. Es como si la naturaleza misma se quejara día y noche por el contacto con la impureza y la terrible maldad de los hombres. Es como si protestara al tener que abrir su boca para tragarse ese rió de sangre que fluye diariamente a causa de la violencia insensata de nosotros los hombres.(Génesis 4;11)

INTERVENCION DE UN DIOS MISERICORDIOSO

Dios interviene en varias formas interesantes. La bondad, la misericordia y la piedad del Señor en medio de la maldición terrenal son infinitas. No todo es dolor y agonía aquí en la tierra. Aun brotan las flores, sale el arco iris, hay puestas de sol y cantan las aves. Disfrutamos bellezas sin par. Todos estos favores inmerecidos se agrupan bajo lo que conocemos como “gracia común”, ya que benefician tanto a los hijos de Dios como a los impíos. El hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos. (Mateo 5:45) Nótese que es Dios quien controla el sol y la lluvia, no satanás.
Y es porque Dios es el que controla y trata con la maldición impuesta en génesis tres, que la vida es soportable. A pesar de toda la maldad de los hombres, el permite que nos lleguen esos días esplendorosos, esos triunfos y éxitos, esas satisfacciones y gozos de la vida, esas inmerecidas riquezas y reales bendiciones. Dios mismo explica su benevolencia cuando indica: Jehová el todopoderoso, es misericordioso y piadoso, tardo para la ira y grande en misericordia (Éxodo 34:6)

A pesar de su gran misericordia, la manera en que tú y yo nos comportamos tiene mucho que ver con la manera en que esa maldición de génesis nos afecta. Leemos en el libro de Deuteronomio esa importante sección donde Dios nombra las bendiciones y las maldiciones que vendrían sobre Israel a causa de la obediencia o desobediencia (Deuteronomio 28:1-14)
Pareciera que a nosotros también Dios nos trata en forma parecida. Al extendernos todas esas bendiciones, anula hasta cierto punto los efectos de la maldición pronunciada en génesis tres:
Conoce pues que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones. (Deuteronomio 28:15-68)
No olvidemos, sin embargo, que enseguida señala las severas maldiciones que caerán sobre los que le desobedecen. Da el pago en persona al que lo aborrece, destruyéndolo; y no se demora con el que le odia, en persona le dará el pago (Deuteronomio 7:9-10) ¡Terrible advertencia¡
Nuestra esperanza, no obstante, es que sabemos que Dios es rico en misericordia. De esto canta el salmista:

El que habita al abrigo del Altísimo, morara bajo la sombra del omnipotente.
Diré yo a Jehová, esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré.
El te librara del lazo del cazador, de la peste destructora.
Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro;
Escudo y adarga es su verdad. No temerás al terror nocturno,
Ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad,
Ni mortandad que en medio del día destruya.
Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegara.
Ciertamente con tus ojos miraras y veras la recompensa de los impíos.
Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación,
No te sobrevendrá mal, ni plaga tocara tu morada.
Pues a sus Ángeles mandara acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.
En las manos te llevaran para que tu pie no tropiece en piedra.
Sobre el león y el áspid pisaras; hollaras al cachorro del león y al dragón.
Por cuanto en mi ha puesto su amor, yo también lo librare; le pondré en alto,
Por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocara, y yo le responderé;
Con él estaré yo en la angustia; lo librare y lo glorificare. (Salmo 91)

! Que amoroso es Dios ¡Reduce la maldición del génesis, aunque no quita por completo sus efectos. ¡Que justo y piadoso es¡ Controla lo que han de sufrir los justos, a la vez que castiga justamente a quienes lo desafían.


SUFRIMOS PORQUE VIVIMOS EN UN MUNDO MALDECIDO

Reconozcamos que, aun cuando seamos fieles, todos sufrimos en lo que podríamos llamar “la hermandad humana”, o “la familia humana”.
Tomemos al país de Colombia como ejemplo. Allí aunque muchos son muy fieles al Señor, todos sin excepción sufren el caos político ocasionado por los guerrilleros (ciertamente, una patente manifestación del pecado de los hombres). La guerra civil afecta la economía, el costo de la alimentación, el desempleo, el ánimo y la tensión de todos. Pertenecer a la familia colombiana es sufrir lo que aflige al país, no importa que uno sea fiel creyente o que sea uno de los mismos guerrilleros causantes del problema.
Ampliando ese mismo concepto, el mundo entero es afectado por el pecado general de los hombres-el odio, la infidelidad, los adulterios, las matanzas, los robos, las violaciones, la manera en que los ricos abusan de los pobres, la injusticia y la corrupción de los gobernantes, y todos los pecados grandes y chicos que todos cometemos. Como “familia humana” todos sufrimos de acuerdo con la manera en que Dios aplica su maldición al mundo de hoy.
Véanse las noticias. ! Cuanto se sufre en distintas partes del mundo por los abusos de hombres malvados que aquí y allá llevan terror, muerte, hambre y dolor! Véanse las enfermedades que padecemos, los colapsos financieros y políticos de una y otra nación. Obsérvense el desempleo, los desposeídos, los marginados. Todos sufrimos las consecuencias de la maldad y la perversidad que nos rodea.
Dios, por boca de Amos, señala como aplica sus juicios y con cual razón:

Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová. También os detuve la lluvia por tres meses antes de la siega; he hice llover sobre una ciudad y sobre otra no hice llover; sobre una parte llovió, y la parte sobre la que no llovió, se seco. Y venían dos o tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se saciaban; con todo, no os volvisteis a mí, dice Jehová. Os herí con viento solano y con oruga; la langosta devoro vuestros muchos huertos y vuestras viñas, vuestros higuerales y vuestros olivares; pero nunca os volvisteis a mí, dice Jehová. Envíe contra vosotros mortandad tal como en Egipto; mate a espada a vuestros jóvenes, con cautiverio de vuestros caballos, he hice subir el hedor de vuestros campamentos hasta vuestras narices; mas no os volvisteis a mi, dice Jehová. Os trastorne como cuando Dios trastorno a Sodoma y a Gomorra, y fuisteis como tizón escapado del fuego; más no os volvisteis a mi, dice Jehová. Por tanto de esta manera te haré a ti, oh Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel.
(Amos 4:6-12)
La maldición de Dios a consecuencia de nuestros pecados no esta desechada. A no ser por su misericordia, por su piedad, paciencia y amor, a no ser por su intervención, este seria un planeta insoportable.
Es así que no hay modo de evitar el dolor común que todos, como habitantes de la tierra, sufrimos. En nuestra calidad de ciudadanos del mundo estamos igualmente expuestos a todo o que ocurre: fuegos, incendios, terremotos, contaminación, corrupción, violencias, accidentes, enfermedades, epidemias, guerras, bombas, robos tiroteos, secuestros, violaciones, sida, sin contar con el abuso de las drogas y la pornografía.
Como ciudadanos de esta tierra, todos somos victimas potenciales. Cuando viene un huracán los cristianos sufren y mueren igual que los ateos. Cuando un terremoto sacude al planeta, igual se entierran a creyentes e incrédulos. En el dolor, todos somos hermanos, no importa la fe que profesemos. Eso es el efecto de vivir en este mundo maldito por Dios a consecuencia de la pecaminosidad de los hombres y la acumulación del producto del pecado a través de las edades.
Por cierto, disfrutamos también de cosas buenas, como por ejemplo, los descubrimientos y adelantos tecnológicos; electricidad, autos, medicinas, aviones, radio, televisión, computadoras, Internet, junto con cierta medida de prosperidad. Pero nadie escapa al dolor. Todos sufrimos accidentes, enfermedades, perdida de empleo, muerte de seres queridos, a pesar de lo bueno que sean nuestros hospitales, médicos y medicinas.


SUFRIMOS PORQUE SOMOS PARTE DEL MISMO PROBLEMA

Cuando nos vemos en el espejo, tenemos que sonrojarnos y confesar que con nuestros pecados contribuimos a ese funesto legado. Unos mas, otros menos. Al fin de cuentas, merecemos el mundo, la maldad y los dolores que sembramos.
¿Cuándo nos llegan esas consecuencias? ¿Cómo vienen? Todo esta en manos de Dios. No aceptemos las probabilidades del sufrimiento, como hacen los fatalistas-que las cosas terribles van a suceder, queramos o no, cuando nos toque. Ellos creen que hay una fuerza desconocida que ciegamente, sin inteligencia, actúa causando lo que ocurre. Según la ley de las probabilidades, le tocara a uno y luego al otro, un robo, un acto violento, una violación o un accidente.
Rechazamos el concepto fatalista de esa ley universal de las causas necesarias. Hay una diferencia infinita entre una maquina y el hombre, entre las operaciones de de un sabio ser que maneja los acontecimientos de acuerdo con su eterna voluntad y las fuerzas de un poder impersonal, mecánico, fatalista. Dios esta en total control de los sucesos y de los hombres, por malvados que sean. El tiene un comprensivo, sabio e infinito plan que regula todo o que sucede. El mundo no esta fuera de su control.
Aun en este mundo inseguro y violento, sabemos que “Jehová guardara nuestra salida y nuestra entrada desde ahora y para siempre”(salmo 121:8). En medio de todo el dolor que se sufre, Dios esta velando para que no nos sobrevenga ninguna tentación que no sea humana. El es fiel para que no seamos tentados más de lo que podamos resistir. El es misericordioso para darnos juntamente con la tentación la salida, para que podamos soportarla (1º corintios 10:13)
Una vez que entendemos que el dolor es parte de la vida, buscamos un propósito en cada suceso y circunstancia. Aprendemos a decir con Pablo: Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el espíritu santo que nos fue dado (romanos 5:3-5) Vemos así que Dios usa aquello que llamamos malo para forjar nuestro carácter y formarnos a la imagen de Cristo.
Así como en la vida de José, Dios nos muestra una vez tras otra que para los que creen en El todas las cosas, (aun el dolor mas severo) ayudan a bien, a los que conforme a su propósito han sido llamados (romanos 8:28)

SUFRIMOS A CONSECUENCIA DE NUESTRAS PROPIAS LOCURAS

Hay una norma Bíblica que se denomina “la ley de la justa retribución. Esta tiene que ver con el texto de Gálatas 6.7: No os engañéis, Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.

Quizás el que mejor lo ilustra es David cuando pecó con Betsabé. Él conocía la ley y los mandamientos. De estos dan a prueba los salmos que escribió. Sabía cuál era su responsabilidad como rey del pueblo. Pero cuando vio a aquella hermosa mujer, su mente y su voluntas dejaron de controlarlo. Más bien se dejo dominar por sus deseos carnales y por sus emociones. No le importó lo que Dios decía. Mucho menos le importaron las consecuencias. Quería a esa mujer más que cualquier otra cosa en el mundo. Le sucedió lo que santiago escribiría siglos mas tarde: Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido (1.14). Nótese que esta tentación no se le atribuye Santiago a Satán. No fue el diablo el que sedujo a David, fue su propio deseo carnal.
Hoy prevalece la idea de que si pecamos es porque el diablo nos sedujo. La biblia enseña con claridad que no necesitamos al maligno para ello; el pecado brota naturalmente de nuestros propios deseos (concupiscencia). La función del diablo es sencillamente <> esas llamadas internas; él sopla esos deseos carnales para que comiencen a arder. Como le dijo Dios a Caín: El pecado esta a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo. Y tú te enseñorearás de él. Dios, como en el caso de Caín, nos hace individualmente responsable de enseñorearnos sobre los deseos de nuestra carne. Caín rehusó, David también. Ambos prefirieron satisfacer sus apetitos sensuales. Como indica el texto: entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz al pecado.
Al entregarnos a nuestras concupiscencias, el efecto es que el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Claro está, al pecar, lo que cosechamos es <> -separación o alejamiento de Dios. En el caso de Caín fue separación eterna de Dios. En el de David fue:
“Ahora pues, porque me has menospreciado y has tomado la mujer Urías el heteo para que sea tu mujer, jamás se apartará la espada de tu casa. Así ha dicho Jehová: He aquí yo levantaré contra ti el mal en tu propia casa. Ante tus propios ojos tomaré tus mujeres y las daré a tu prójimo, el cual se acostará con tus mujeres a la luz del sol. Ciertamente tú lo hiciste en secreto, pero yo haré esto ante Israel y en pleno día”.
(1 Samuel 12.10-12)

El mal y todo el dolor que sufrió David fue a consecuencia de su propio y necio pecado.
Otro ejemplo. El mal y dolor que sufrió Judas, al entregar a Jesús fue a consecuencia de su propia maldad:
“Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús. . . adquirió un campo con el pago de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por en medio, y todas sus entrañas se derramaron” (Hechos 1.16-18)
Cuando nos entregamos a la necedad que Dios condena, cuando nos dejamos guiar por nuestras concupiscencias, cuando damos rienda suelta a nuestros apetitos sensuales, la consecuente “muerte” de lo bueno en nosotros (ese mal y ese dolor) brota de nuestra propia acción:
“no os engañéis, Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre sembrare, eso también segara” (gálatas 6:7)


SUFRIMOS PORQUE DIOS PRUEBA A SUS HIJOS

En la breve epístola que escribe Santiago leemos “Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba; porque cuando haya sido probado, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman”
Al considerar el tema del mal, obligatoriamente tenemos que diferenciar entre el mal moral (el pecado)-que Dios nunca comete (santiago1:12)- y el mal aparente (prueba), que representa los actos disciplinarios de Dios (hebreos 12: 5 -8). Como veremos, estos llegan directamente de la mano de Dios, y son controlados por El. Su propósito es enseñarnos- aunque en algunos casos es castigarnos-pero en todo es para perfeccionarnos.
Un texto que claramente enseña esta verdad lo encontramos en Deuteronomio 8: 2-5:
“Acuérdate de todo el camino por donde te ha conducido Jehová tu Dios estos cuarenta años por el desierto, con el fin de afligirte y probarte, para saber lo que estaba en tu corazón, y si guardarías sus mandamientos, o no. El te afligió y te hizo sufrir hambre, pero te sustento con mana, comida que tu no conocidas, ni tus padres habían conocido jamás. Lo hizo para enseñarte que no solo de pan vivirá el hombre, sino que el hombre vivirá de toda palabra que sale de la boca de Jehová.
Tu vestido nunca se ha envejecido sobre ti, ni tu pie se te ha hinchado en estos cuarenta años. Reconoce pues en tu corazón, que como un hombre corrige a su hijo, así te corrige Jehová tu Dios”
Si acaso se alega que eso fue en los días del Antiguo Testamento y que Dios no causa aflicción en esta era Neotestamentaria, recordemos el severo pasaje de 1º Corintios5: 4-5: “En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal (pecador) sea entregado a Satanás para destrucción de la carne”. El propósito era que ese castigo severo resultara en su salvación.
La frase “con le fin de afligirte y probarte”, del texto de Deuteronomio, sigue resonando en nuestros oídos. ¿Cómo es posible que el Dios que nos ama sea el autor de la aflicción? ¿Con que fin aflige a su pueblo? ¿Para que los prueba? Dios quiere que su pueblo confíe en El, por lo tanto los pone en circunstancia en las que al parecer no hay salida, para que con todas sus fuerzas lo busquen.
¿No ha sido este el camino cruzado por todos los hijos de Dios? Fíjese en José: vendido por sus hermanos; probado por la esposa de Putifar; sufriendo inocentemente en una cárcel; olvidado por los siervos del rey. ¿No le oye decir: “Dios donde estas?, ¿Qué paso con esos lindos sueños y promesas que me hiciste? ¿Por qué sufro todo esto?.” El no se daba cuenta que Dios lo estaba preparando para un trono. Mas llego el día en que supo el porque, y pudo decirle a sus hermanos “vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios---y ahí pudiéramos parar, ya que El es el que ordena todo para cumplir sus grandes propósitos—lo torno en bien para que sucediera como vemos hoy, y se preservara la vida de mucha gente”
En Egipto Dios da pruebas de su poder con las temibles diez plagas. El resultado es que Faraón los deja salir. Gozosos van hasta llegar al Mar Muerto. Entonces se ven perseguidos por el ejército egipcio. Su confianza en Dios se desvanece por completo. Noten sus quejas:
“y dijeron a moisés, ¿no había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto” (éxodo 14:11-12)
Dios abre el mar para dejarles escapar, y como si no fuera suficiente, destruye el ejército enemigo en el proceso. Todos felices. Tres días mas tarde se encuentran el desierto sin agua potable; la que tienen es amarga. Tan sedientos están que para ellos Dios ya no existe:
“Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo murmuro contra Moisés, y dijo ¿Qué hemos de beber?” (Éxodo 15:23-24)
Dio hizo otro milagro y las aguas de volvieron dulces. Todo el mundo se alegro. ¡Que bueno es Dios! Pero, quince días mas tarde llegaron al desierto de Sin y se acordaron de las ricas panaderías de Egipto. Deseando comer pan se olvidaron de Dios:
“..Decían los hijos de Israel: ojala hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos, pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud” (éxodo 16:3)
¡Que pueblo más ingrato! Pero Dios en su gracia hizo llover mana del cielo. ¡Que gran fiesta!
Uno se pregunta: Pero ¿Cuándo van a empezar a confiar en Dios? ¿Qué otra cosa tiene que hacer Dios para que confíen en El? Conocemos la historia. ¡Por cuarenta años Dios los probo en el desierto! Y fallaron cada prueba. No fue sino hasta que murieron en el desierto todos los que salieron de Egipto, ni hasta que se levanto una nueva generación que el pueblo por fin comenzó a confiar.
Es muy fácil criticar aquella generación por su falta de fe. La pregunta que mas nos debe alarmar es: ¿Por cuantas pruebas me tiene que hacer pasar Dios para que aprenda que el es total y absolutamente confiable? El problema no es solo el de los Israelitas, tristemente también es nuestro. ¡Por eso Dios manda sus pruebas! No hay mejor camino a la fe que sufrir las pruebas de Dios. Los mas fascinantes ejemplos de gente probada nos los ofrecen los lideres que el escogió para dirigir a su pueblo. Abraham, cuando Dios le pidió que sacrificara a su propio hijo. Josue, enviado como espía para ver la tierra prometida. Sansón, cuando peco por Dalila, le cortaron su pelo, le sacaron sus ojos: Todo ello como preparación para su triunfo final. Saúl, cuando fallo en el punto de la obediencia. No quiso matar al rey de loas amalecitas. El mismo David huyendo de Saúl, escondiéndose como un perro en las cuevas, aprendiendo con esas pruebas divinas a ser un rey justo, misericordioso y piadoso. Daniel en el foso de los leones por ser fiel a Dios. Jonás, tragado por el pez que Dios preparo con el fin de hacerlo obediente. Los discípulos ante el demonio que no pueden echar. Pedro y Juan ante la amenaza de los líderes judíos. Pablo y su espinita.
Lutero ante la amenaza de la “Dieta de Worms”, y con el público alborotado gritando: “¡a la hoguera!” declaro con valentía: “Estoy ligado por mi conciencia a la palabra de Dios. A menos que se demuestren mis errores basándose en las Santas Escrituras y la razón, no puedo, ni quiero retractarme. ¡Qué Dios me ayude, amen!”
¿Son todas esas pruebas mandadas por satanás? ¿Qué errónea conclusión seria esa! Dios es el que con infinita sabiduría maneja todo lo que sucede para cumplir, con sus fines eternos, lo deseado para cada uno de los que caminan con El. “Yo soy quien forma la luz y crea las tinieblas, quien hace la paz y crea la adversidad. Yo, Jehová, soy el que hace todas estas cosas” (Isaías 45:7). Como dice el escritor a los hebreos:“Pero si estáis sin la disciplina (de Dios) de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos y no hijos” (hebreos 12:8) ¿Qué mas necesitamos decir?

SUFRIMOS PORQUE SATANAS, COMO LEON RUGIENTE, BUSCA DESTRUIRNOS

En Isaías 14:12 leemos: “¡Como has caído del cielo, oh lucero, hijo de la mañana! Has sido derribado al suelo, tu que debilitabas a las naciones! En otras palabras,¡Satanás no es lo que fue en un tiempo! ¡Es un ser caído!

• Cayó de su puesto glorioso en el cielo.
• Perdió sus privilegios celestiales
• Fue derribado a los lugares de tinieblas.

El fue derribado al seol, a lo mas profundo de la fosa, afirma el profeta Isaías (124:16)
Desechemos, pues, esa antigua idea dualista de que dos poderes igualmente fuertes controlan el mundo. ¿Qué poder tiene satanás? No es ni todopoderoso, ni omnisciente, ni omnipresente.


¿SERA SATANAS EL “DIOS DE ESTE MUNDO?

La segunda epístola de corintios (4:4) nos dice que “el dios de este siglo, (de este mundo o de la edad presente) ha cegado el entendimiento de los incrédulos para que no les ilumine el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo”
Pareciera, a primera vista, que satanás es el rey de la tierra. Pero antes de llegar a esa conclusión, recordemos que la Biblia usa la palabra “mundo” en distintos sentidos (use una concordancia para comprobarlo). Comprendemos mejor el sentido de esta atribución si la combinamos con Juan 8:44
“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y queréis satisfacer los deseos de vuestro padre. El era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad, porque no hay verdad en el”.
Satanás solo es el dios de aquellos que le siguen. Nosotros no le pertenecemos, no formamos parte de su mundo. Pertenecemos al reino de Jesucristo.

La idea de que satanás es “dios” de este mundo es negada por muchos textos de la Biblia (véanse romanos 13:1; Daniel 2:20-21; 4:34-35; Proverbios 21:1; Esdras 1:1; 6:22; Salmos 33:10-11; Isaías 43:13) Citemos dos de ellos:
“Oh Jehová, Dios de nuestros padres, ¿no eres tu Dios en los cielos, que gobiernas en todos los reinos de las naciones, y que tienes en tu mano fuerza y poder, de modo que nadie te pueda resistir? (2º crónicas 20:6)
El otro texto es el que celebra a Cristo:
“por lo cual también, Dios lo exalto hasta lo sumo y le otorgo el nombre que es sobre todo nombre; para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla (aun la de satanás) de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre”
(Filipenses 2:9-11)
Tras el poder limitado que Satanás tiene para actuar en esta tierra esta la mano omnipotente de Dios (Romanos 8:28) ¿Cómo es posible calificar a satanás cual “dios” cuando sabemos que el es el gran adversario del único y Todopoderoso Dios? No hay nada que le guste mas a este usurpador que se le llame deidad. Recordemos los días en que los guerrilleros de Sendero Luminoso, en Perú, se creían dueños y señores del país. Eran simples engañadores. Se atribuían derechos que le usurparon al gobierno legítimo del pueblo.
Así es Satanás. Sin duda es “rey” y “dios” de los impíos- de toda esa gente que se revela contra el Padre Celestial. Por supuesto, tiene sus seguidores y sus adoradores, pero de ninguna forma es el dueño legítimo de la tierra.

¿CÓMO ES EL DIABLO Y EN QUE MANERA SE COMPORTA?

Ya que algunos declaran que el que trae la maldición a esta tierra es Satanás junto con sus demonios –nunca Dios- será necesario analizar brevemente el carácter del diablo y sus seguidores. La Biblia nos enseña lo siguiente acerca de ese <> que procura destruirnos. A la vez, hay que reconocer que un en estas cosas si poder es limitado. Siempre tiene que atenerse al permiso que el Todopoderoso Dios le da. El diablo no puede obrar independientemente ni a su gusto:

1. Satanás acusa a los hijos de Dios de infieles, hipócritas e insinceros ante Dios (Apocalipsis 12.10, Job 1.9-10; 2.4-5).

2. El adversario busca destruir definitivamente a los hijos de Dios( 1 Pedro 5.8; Juan 10.11) y ciega el entendimiento de los hombres (2 Corintios 4.4).


3. Satanás s caracterizado como mentiroso y padre de mentiras, a quien no de le puede creer (Juan 8.44).

4. El procura tentar y seducir a los cristianos por medio de malos deseos (Santiago 1.14; 4.1-2), ira (Efesios 4.27), concupiscencia ( 1 Corintios 7.5 ), e incluso conversaciones livianas ( 1 Corintios 10.10; 1 Timoteo 5.13-15 ).


5. Satanás procura impedir el avance del evangelio arrancando la palabra de Dios que es sembrada en el corazón de los hombres (Marcos 4.15), y hace todo lo posible por obstaculizarlo ( 1 Tesalonicenses 2.18). Ejemplo de ellos es el aguijón en la carne de Pablo (2 Corintios 12.7).

6. Satanás procura dañar a los creyentes inmaduros, envaneciéndolos. Por eso la Biblia nos da instrucciones para tratar con los nuevos creyentes, pues el diablo procura hacer caer a los neófitos ( 1 Timoteo 3: 6-7).


7. Satanás hostiga y castiga con crueldad a los que se apartan de la fe, por ejemplo, a los que caen en inmoralidad,(1 Corintios 5:5) y a los que enseñan el error ( 1 Timoteo 1: 20).

8. Satanás, cuando recibe permiso de Dios, puede emplear la naturaleza para crear desastres, matar gente y causar graves enfermedades,(Job 1 y 2: Juan 8: 44).

ASÍ SON LOS DEMONIOS

La Biblia también nos explica con bastante detalle el carácter y las actividades de los demonios. Ellos infligen enfermedad,(Mateo 9:33; 12: 22; Lucas 9: 37-42). *Causan desórdenes mentales,(Marcos 5: 4; Lucas 8: 35)
*Inducen a la impureza moral, (Mateo 10: 1; Marcos 5: 13; Deuteronomio 18: 9-14). *Propagan falsas doctrinas, (1 Reyes 22:21-23; 2 Tesalonicenses 2: 2:1 Timoteo 4: 1). *Se oponen a los hijos de Dios, (Efesios 6: 12),
*Poseen seres humanos, (Mateo 4:24; Marcos 5:8-14; Lucas 8: 2; Hechos 8: 7; 16: 16) *y emplean señales y prodigios engañosos para cumplir su obra,(Apocalipsis 16: 14; 2 Tesalonicenses 2: 9).
Nada de bueno o virtuoso hay ni en astas ni en sus demonios. Al contrario, viven en la obscuridad y hacen las obras de las tinieblas, (Efesios 6: 12; Colosenses 1: 13). La crueldad del diablo se refleja en individuos como Hitler, Stalin, Genghis Kan y todo hombre violento e inmisericorde que ha servido a los intereses diabólicos en la historia del mundo. Crueldad es su primer nombre, Destrucción es su apellido y su firma es Desolación.
Vimos, por ejemplo, como trató a Job – sin una iota de misericordia y piedad -, con un salvajismo increíble. Cosa que nos lleva a concluir que si Satanás tuviera el poder para crear desastres y maldiciones sobre esta tierra, jamás habría un día sin sol, ni la paz y tranquilidad, ni una sola alegría por disfrutar, ni una enfermedad no sufrida, ni una planta que creciera, ni una cosecha por segar, ni una flor que se abriera, ni un volcán inactivo, ni un solo momento sin espantosas tempestades en cada parte de nuestro planeta. Satanás es la personificación misma de todo lo inicuo, malo, corrupto, pernicioso, perverso, nocivo y odioso. Fíjese que, debido a la intervención de Dios, lo que comúnmente sufrimos no tiene todas esas despiadadas características satánicas.

EL DIABLO SIGUE SIENDO SIERVO DE DIOS

Recordemos que todos los ángeles son inferiores a Dios y que Satanás es un ángel. Dios todo lo conoce, Satanás solo conoce lo que le es revelado. Dios está en todas partes, Satanás solo puede en un lugar a la vez. Dios tiene todo el poder, Satanás solo tiene el que Dios le permite. Todos los ángeles, incluido Satanás, son inferiores a Dios. Y algo más, que posiblemente le sorprenda: El diablo sigue siendo siervo de Dios. En su libro, La serpiente del paraíso, el autor Erwin Lutzer dice:
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Es por eso que cuando comienzan a tentar, a obrar y a atormentar a los siervos de Jesucristo, estos siempre pueden vencerlo. Recordemos la ocasión cuando Jesús le dijo a Pedro:

“Simon, Simon, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu de no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” (Lucas 22.31,32)

Satanás puede venir para zarandearnos, pero mucho más fuerte es el Señor Jesucristo. Este Intercede por nosotros, y esa oración es tan poderosa que no solo nos rescata de la garra del diablo, nos saca de tal forma que resultamos fortalecidos para servir de ayuda y ánimo al pueblo de Dios. No importan los límites a los que llegue Satanás, cuando se apresta a tentarnos y hacer caer, la promesa de Dios nos brinda seguridad:
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar
(1corintios 10.13)

¿SERA EL DIABLO CULPABLE DE TODO LO MALO EN EL MUNDO?

Debemos enfatizar que Dios, en su Palabra, jamás atribuye el mal físico a Satanás. Sin embargo, esa es la ‘teodicea’ de nuestros días. No queriendo culpar a Dios, culpamos a Satanás. Le atribuimos a él y a sus demonios todo lo malo en esta tierra. Al hacerlo, sin embargo, podemos: (1) Exaltar al demonio indebida y erróneamente, cediéndole poder sobre la naturaleza similar al de Dios. (2) Culparlo como responsable de los pecados que nosotros cometemos.
Se ha llegado a tal punto, que hoy se cree que el diablo es responsable de todo lo malo que ocurre en el mundo. Nos olvidamos de que dice el apóstol Santiago en su carta (1.14 y 15): Cada uno es tentado, cuando de sus propias concupiscencias es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz al pecado: y el pecado, siendo consumido, da a luz a la muerte. Algunos incluso creen que este sería un mundo hermoso y perfecto, a no ser por los terribles desastres que el diablo desata. El grito de guerra de ellos es: ¡Tenemos que librar al mundo de Satanás para que sea un lugar perfecto! Aun sin el diablo, el mundo sería un lugar lleno de maldad y perversidad, ya que igualmente estaría poblada por pecadores.
Dios rechaza toda argumentación. Él es el que está en el trono y nadie más. Él es quien determina todas las cosas. ¡Nadie más puede hacerlo! Ofendemos a Dios en gran manera cuando elevamos a Satanás a Su nivel, o cuando le atribuimos al demonio el poder para hace y controlar a todo lo que ocurre en el mundo. Dios no comparte su gloria ni su gobierno ni con hombres ni con diablos.

A DIOS

En la voz de los raudos huracanes,
En el plácido arroyo, en el torrente,
En el fuego, en la llama, en los volcanes:
Allí, gran Dios, mi corazón te siente.
En los vergeles del florido mayo,
En los dulces acordes de la lira,
En la lluvia, en el trueno y en el rayo:
Allí, gran Dios, Mi corazón te admira.
En el aroma que a los cielos sube,
En el árbol que erguido se levanta,
En la sombra, en el astro y en la nube:
Allí, gran Dios, Mi corazón te canta.

En los trémulos rayos de la lumbre,
En el ósculo suave de la aurora,
En la hondura, en el llano y en la cumbre:
Allí, gran Dios, mi corazón te adora.

Faustino Martínez

jueves, 25 de febrero de 2010

Sanando Las Heridas Del Pasado

Heridas del alma que aún no han sanado, ¿qué producen?
Las heridas de nuestra alma y corazón, que todavía no sanan, nos impiden crecer en los planos personal y espiritual.
Sin número de personas gozan de capacitación académica e incluso ministerial; pese a ello permanecen estancadas. No dan un paso ni adelante ni atrás. ¿La razón? Dentro guardan conflictos sin resolver, que marcaron sus existencias y que se constituyen en obstáculos enormes para dar pasos sólidos hacia su desarrollo.
¿Cuáles son algunas de esas heridas?
Entre las heridas que estudiaremos figuran:
La auto aceptación
¿Ha meditado en el impedimento que representa para hombres y mujeres el hecho de no aceptarse tal como son? Hay quienes se miran al espejo e inmediatamente se sobresaltan e incluso rechazan porque no comparten el que tengan una nariz de tal o cual forma, que tengan unos kilos de más, que en el rostro muestren presencia de acné, porque son bajitos o tal vez muy altos.
Hay algo dentro que no les gusta y por años arrastran esa inconformidad hasta tal punto que se rechazan a sí mismo y mentalmente, cuando analizan sus actividades, se culpan porque "no sirvo para nada", "con este cuerpo, ¿qué más podría lograr?" Y buen número de apreciaciones erradas que tomaría mucho tiempo y espacio enumerar.
Una actitud crítica y rechazo
Con frecuencia muchos infantes son el blanco de las críticas de sus padres. Por alguna circunstancia, hay algo en los chicos que no satisface plenamente las expectativas de sus progenitores y lo expresan sin tener en cuenta que cada palabra encierra un poderoso mensaje se guarda en el inconsciente de cada menor.
También encontramos el caso de madres embarazadas que rechazan el ser que llevan dentro y manifiestan rabia, antes que amor a la pequeña vida que se está gestando.
Una vez avanzan en su proceso de crecimiento, comienzan a aflorar las consecuencias de la actitud crítica y el rechazo del que fueron víctimas. Sus reacciones hacia sus semejantes reflejan todo lo que guardan en su existencia, que fue grabado con letras indelebles por los gestos y palabras de sus padres.
Inseguridad
Cuando un menor, adolescente o joven no encuentra seguridad en sus padres, desarrolla en su ser un estado de inseguridad que le impide avanzar con pasos firmes en cualquier proyecto o empresa. Las relaciones sentimentales e interpersonales se ven afectadas.
Por el contrario, quienes se edifican en un ambiente seguro y gozan de la aceptación de sus progenitores, desarrollan en su vida tal seguridad y pueden brindar a su semejante aceptación, aprobación y comprensión.
Carencia de auto perdón
Dentro de las heridas del alma que persisten y que se convierten en obstáculos, ocupa un sitial importante el sentimiento de culpa y falta de perdón que cargan a sus espaldas quienes obraron de alguna manera en el pasado y reconocen que no estuvo bien.
Un ejemplo es la mujer que cometió un aborto. Con el paso de los años el sentimiento de culpa se torna más pesado y se rechaza por considerar que "no debí obrar así".
No se perdonan a sí mismos y por tanto, así se les explique que Dios ya les perdonó cuando se arrepintieron, no aceptan esta realidad.
Sentimientos de odio y resentimiento
Cuando la persona toma conciencia del daño que le causaron desde la niñez, tiende a desarrollar en su corazón el resentimiento y odio hacia sus padres, familiares, personas cercanas y—en las etapas posteriores—compañeros de trabajo o aquellos con quienes en hechos aislados tuvo una relación sentimental.
¿Cómo avanzar en el proceso de Sanidad Interior?
El primer paso sin duda, es reconocer que muchos de nuestros pensamientos y actitudes no están bien, y son el fruto de hechos traumáticos que nos acompañan desde la niñez, adolescencia, etapa joven o la adultez. Admitir que hay un desequilibrio es el mayor reto.

El segundo reviste igualmente mucha importancia. Consiste en elaborar una lista con haciendo recuento de las escenas, palabras e incidentes que marcaron nuestra vida. Allí cabe incluir también los aspectos que no nos gustan de nosotros mismos.

Un tercer paso es aceptar que nuestro Padre es un Dios de perdón, el cual se hizo realidad en la obra sacrificial del Señor Jesús en la cruz. Allí nos perdonó todas las culpas.
Gracias a esa misericordia inmerecida, es necesario pedirle a Aquél que todo lo puede que nos ayude a comprender, aceptar y embargarnos de su amor ilimitado. Sólo así, cuando abrimos el corazón a su mover poderoso, podremos perdonar también a otros.

Recordemos que si bien es cierto no podemos viajar en el tiempo hacia los instantes en que ocurrieron hechos traumáticos en nuestra vida, con el propósito de resolver los conflictos que se generaron, sí podemos entregar todos esos sentimientos y emociones –todavía sin sanar—en manos del Señor Jesucristo para quien no hay tiempo porque Él es eterno. Cuando lo hacemos, es posible que haya Sanidad Interior.

Una forma práctica es llevar todo el odio, resentimiento, temor, celos, inseguridad y otras heridas, en oración al amado Hijo de Dios. Siéntalo allí, a su lado, de qué manera toma en sus manos todas sus frustraciones y dolor.

No olvide que Él dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar." (Mateo 11:28)

Nuestro amado Salvador espera que usted le entregue todo cuanto ha guardado en su corazón. Una vez lo deposite todo en Sus manos, pídale allí en oración que comience a sanar todo su ser. Él lo hará, sin duda, porque nos ama y quiere lo mejor para nosotros ya que dijo: "...yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia." (Juan 10:10 b.)

Cristo Jesús llevó nuestros pecados pero también nuestras enfermedades y traumas hasta la cruz. Y allí nos hizo libres. Ese es un principio que debemos grabar en el corazón de quienes vienen en busca de orientación y Consejería. Y, por supuesto, ayudarles en su proceso de sanidad...
Niño Interior

Para sanar nuestro niño interior debemos dejar de esconderlo y permitirle volver a surgir, y si quisiéramos un cambio en nuestro pensar, sentir y actuar debemos trabajar en lo que se considera importante de nuestra niñez, por sencillo o difícil que parezca, ya que todo lo que vale la pena en la vida requiere de un gran esfuerzo.
Enfrentarnos a este trabajo no resulta de manera accesible a todas las personas y aunque es más cómodo evitarlo, debemos concienciar nuestro comportamiento neurótico, que es el resultado de un gran dolor acumulado.
Este proceso lo podemos iniciar considerando los siguientes aspectos:
1. Aprender a compartir nuestras emociones de una manera asertiva.

2. Al Lograr una conexión interpersonal cuando somos reflejados por alguien más.

3.Identificar nuestros traumas de la niñez para poder exteriorizarlos y posteriormente hablarlos, analizarlos y aceptarlos.
4. Reconocer si hay desamparo para relacionarlo con nuestra vulnerabilidad

5. Aceptamos de una manera integral con amor para así poder expresar nuestras necesidades y deseos.

6. Ejercitarnos en reconocer nuestra propia imagen y decidir si requerimos o no de un cambio.

7. Desarrollar la capacidad de reconocer nuestros errores y podernos aceptar como seres imperfectos para finalmente lograr un diálogo interior que es la base de nuestro poder personal, y así lograr una vida coherente y plena.
Declará:

1.Nunca sentiré lástima de mí mismo: -"¡Ay! lo que me pasó, ¡ay! lo que me hicieron", ¡No tengas lástima de ti ; no te eches la culpa de lo que no hiciste.

Nunca permitas que venga nadie a acusarte de lo que no hiciste. Nunca permitas que nadie te recuerde pecados perdonados porque lo que está perdonado no existe más. Nunca permitas que nadie te acuse, debés aprender a auto bendecirte: "Lo puedo en Cristo, algo tremendo te ha pasado pero puedés volver a levantarte porque el justo se cae pero vuelve a levantarse en el nombre del Señor".
Puedés salir del trauma, del dolor, puedés ponerte de pie porque Cristo está dentro de tí.

2-No dejaré que mis pensamientos me arrastren: no te muevas por lo que piensás y sientes. Tienés que ser leal a la verdad y no a tus sentimientos. Tu lealtad depende de tu amor a la verdad.

miércoles, 17 de febrero de 2010

MATRIMONIO Y DIVORCIO

por Enrique Zapata

Nuestro problema para manejar el tema del divorcio es que nuestra cultura ha influido en todos nosotros. Por lo tanto, nuestra comprensión de la verdad bíblica sobre el tema es vital porque afecta la forma en que ministramos, o dejamos de hacerlo, a otras personas.




No podemos ser cristianos, aunque nos gustaría—, dijo el carpintero a quien le estaba testificando.
—¿Por qué?—, le pregunté.
—Mi mujer y yo fuimos a una iglesia evangélica para serlo, pero nos dijeron que no podríamos ser salvos debido a que, según ellos, estábamos viviendo en pecado.
—¿Como es eso?—, volví a preguntar. Él siguió explicándome:
—Cuando tenía 19 años me casé con una vecina, pero nos fue muy mal. Siempre nos peleábamos, hasta que al fin nos separamos. Al pasar los años conocí a Estela y me junté con ella. Realmente somos muy felices; ahora tenemos un hijo. Decidimos leer juntos la Biblia y fue muy importante para nosotros. Después de haber leído mucho decidimos buscar una iglesia para aprender más.Cuando llegamos a esa iglesia que le contaba nos dijeron que estábamos viviendo en adulterio, que sólo podríamos ser salvos si nos separábamos.
Nos sobrevino una gran tristeza, porque habíamos comenzado a amar a ese Dios del cual habíamos leído en la Biblia, pero sentíamos que no podríamos ser salvos por lo que nos dijeron. Para ser salvos tendríamos que separarnos. ¿Y nuestro hijo? ¿Y nosotros? ¿No había ninguna provisión para aquellos que se habían equivocado en su juventud? Volví a mi casa pensando: ¿Cuál es la solución para este problema? Me había criado en un buen hogar evangélico, conocía suficientes argumentos, pero nunca me había encontrado con un caso semejante, que alguien sintiera tanto dolor por no poder ser del Señor.
Decidí volver a estudiar las Escrituras. Utilizando una concordancia; comencé por el primer texto que hablaba del matrimonio o el divorcio y fui estudiando todos ellos con cuidado. Descubrí que el concepto de divorcio está en la Biblia. Mi problema había sido que nunca había estudiado con cuidado ciertos pasajes que dan gran luz sobre el tema.
Tampoco había estudiado el significado de ciertas palabras en el uso original, sino que les había dado el sentido moderno, que es diferente. Como resultado había aceptado ciertas premisas que no son fáciles de sostener cuando estudiamos toda la Biblia A medida que iba estudiando, entendí también que parte de nuestro problema es que la cultura que nos rodea ha influido en todos nosotros. Al vivir en una cultura católica, nos ocurre lo mismo que a Martín Lutero: mantenemos ciertos conceptos del catolicismo. Muchos hemos mantenido el concepto católico sobre el divorcio. ¿Pero qué es lo que realmente enseña la Biblia?
Para entender claramente el concepto de divorcio, primero debe entenderse el concepto del matrimonio según las Escrituras. En esencia, lo que debemos enfatizar como cristianos es que el matrimonio es mucho más que tener relaciones sexuales con alguien: Es un pacto con Dios y con la otra persona (Mal. 2.14; Pr. 2.17). El matrimonio es una institución fundamental y esencial en la sociedad y debe conformarse al modelo de Cristo y su iglesia. Es un pacto de responsabilidad, y es aborrecible romperlo por razones incorrectas.
En consecuencia, puede decirse, brevemente, que el divorcio:
Nunca es deseable. En ciertas ocasiones puede ser necesario, a causa del pecado; pero en otras ocasiones constituye un pecado en sí (Jr. 3; Esd. 10; Mal 2; Mt. 19).
Entre cristianos nunca es inevitable. Por la gracia de Dios dos personas pueden cambiar y resolver sus problemas (no importa cuál haya sido su pasado o personalidad) si la pareja está dispuesta a buscar al Señor y la ayuda necesaria.
Entre cristianos está permitido bajo ciertas condiciones y formas de proceder, pero Dios nunca lo ordena ni exige (1 Co. 7.10-16; Mt. 19.1-12).
Nuestra comprensión de la verdad sobre el matrimonio y el divorcio es vital porque afecta la forma en que ministramos, o dejamos de hacerlo, a otras personas. Hace poco, después de estudiar el tema con un grupo de pastores, uno de ellos me dijo: "No conocía estos pasajes de la Biblia sobre el tema ¡Cuánto daño he hecho por aconsejar mal!"
Nos guste o no, vivimos en un mundo lleno de personas separadas, divorciadas y juntadas. En Costa Rica, el divorcio está ganando terreno (La Nación, 16 de Marzo del 2000):
• En 1999, de cada cuatro matrimonios que se presentaron al Registro Civil una pareja decidió deshacer su vida conyugal. En sólo seis años, se duplicó el número de divorcios registrados, pues pasaron de 3.385 en 1994 a 6.949 el año pasado. Esa tendencia creciente también se palpa en los juzgados.
• Entre 1991 y 1998, los casos de divorcio tramitados en los tribunales aumentaron de 4.599 a 9.181.
• Mientras tanto, el número de matrimonios que se registra cada año pareciera estancarse. Entre 1995 y 1999, la cifra rondó las 23.500 bodas anuales.
La que gana es la unión de hecho, pues cada vez más costarricenses optan por ella, según se deduce de los datos suministrados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos. La Encuesta de hogares del año pasado reveló que en 123.957 hogares costarricenses, los jefes de la familia viven en unión libre. Esto representa un 17,37 por ciento del total de familias costarricenses, un porcentaje mayor al 15,09 por ciento que detectó la encuesta de 1998.
Si deseamos ganar adultos para el Señor, nos vamos a encontrar, constantemente, con casos de personas separadas, divorciadas y/o juntadas. ¿Cuál será nuestra respuesta? ¿Es el divorcio un pecado imperdonable? Si una persona está juntada: ¿Debe separarse para ser salva? ¿Puede bautizarse una persona que está juntada o separada? Si un cristiano o una cristina ha sido abandonado o abandonada por su cónyuge, ¿Puede volver a casarse? ¿En qué situaciones? Si alguien se ha divorciado y vuelto a casar por razones equivocadas: ¿Qué debe hacer?
Para responder a esas preguntas debemos estudiar la Biblia con sumo cuidado, y así entender cuál es el consejo de Dios. Algunas personas responderán esas preguntas con ligereza, recurriendo a sus propios preconceptos, pero ¿qué es lo que Dios desea en cada uno de estos casos? La forma y el cuidado con que interpretemos la Biblia determinarán, en gran manera, nuestras respuestas.
Primero: Para interpretar correctamente lo que enseñan las Escrituras sobre un tema, es vital que estudiemos todos los pasajes relacionados con la cuestión. Es necesario hacerlo con honestidad, sin preconceptos. Muchos cristianos sólo estudian los versículos que sostienen sus posiciones preconcebidas y cambian el sentido básico para transmitir lo que ellos quieren. Tenemos que buscar el significado de las palabras y expresiones en la época en que se escribió el texto.
Segundo: Debe entenderse con claridad el siguiente concepto: En las Escrituras se encuentra lo que podríamos llamar el ideal, lo perfecto, lo que realmente agrada a Dios y lo que es su plan eterno. Él nunca puede decir que algo es bueno si no es perfecto. Nunca puede recomendar algo que esté fuera de su voluntad perfecta. Jesús les enseñó a sus discípulos que debían ser perfectos, así como Dios es perfecto. Nunca pudo decir que estaba bien que fueran un poquito imperfectos. Así también es con el matrimonio: Dios nunca puede decir que es aceptable que el matrimonio no sea una unidad perfecta, que le está permitido al hombre no amar perfectamente a su esposa hasta la muerte. Pero también se encuentra la realidad del pecado, lo que vemos a causa de la caída del hombre. Dios nunca aprueba el pecado. Tampoco cambia sus demandas perfectas a causa de la realidad del pecado. Dios denuncia el pecado y exige que sea considerado un "mal", que no sea suavizado, fácil.
Pero, teniendo en cuenta esa realidad pecaminosa, Dios provee soluciones. No se quedó en el cielo diciendo que, debido a que el hombre había pecado y salido del ideal, no había ningún remedio. Las soluciones de Dios tienen el propósito de resolver el pecado, la realidad. No es que sean en sí mismas lo ideal (y nunca lo van a ser), sino que son remiendos para el problema del pecado. Es similar a lo que ocurre cuando se rompe una obra de arte en cerámica: Podemos denunciar todo lo que deseáramos, aquello que nunca debería haberse roto, pero la realidad es que se rompió. La solución de pegarla con cemento especial resuelve el problema. Esto no significa que lo bueno e ideal fuera pegar la obra de arte con cemento, aunque mejor es eso que dejarla rota.
Muchas veces, estas soluciones todavía quebrantan la ley perfecta de Dios, pero son las soluciones que Él mismo proveyó para el pecado. Por ejemplo, según la ley, cuando una persona mataba a otra en forma deliberada, las autoridades tenían la responsabilidad de asegurar que se matara al asesino. Aun en el Nuevo Testamento, en Romanos 13, dice que el gobierno no lleva en vano "la espada" para castigar a los que hacen mal (la espada simboliza la pena de muerte). Nunca fue lo ideal, la voluntad perfecta de Dios, que un hombre matara a otro, pero, debido a la realidad del pecado, fue necesario legislar para ordenar la situación. Hay cientos de casos en los que vemos a Dios proveyendo, y aun bendiciendo, una solución para el pecado. Pensemos, por ejemplo, en el deseo del pueblo de tener un rey (l Sam. 8). No era la voluntad perfecta de Dios, pero les dio un rey que Él mismo escogió. Antes de que ellos lo pidieran, Él había dado instrucciones para el futuro rey (Dt. 17.14-20), con promesas de bendición. Y no sólo eso, sino que Jesús vino a través del linaje real de David. Pero no termina allí. Jesús era descendiente de David a través de Betsabé, una relación que había comenzado en una forma completamente pecaminosa pero que Dios bendijo cuando hubo arrepentimiento verdadero. Jesús también era descendiente de Judá ("El León de Judá") a través de Tamar (Fares), y todos conocemos esa historia de Génesis 38. En la misma forma, nuestra propia redención tiene su base en algo que nunca fue lo ideal ni lo perfecto: Que Jesús, el Hijo de Dios, muriera por nuestra culpa Pero Dios, en su amor, buscó una solución para nuestro problema. Observe que todo los anteriormente enunciado son "soluciones" (plural).

Entonces nosotros, como ministros de Dios, necesitamos estudiar las Escrituras a la luz de estos tres conceptos: 1) Lo ideal y perfecto, 2) La realidad pecaminosa y 3) Las soluciones de Dios.
Nunca debemos aceptar como perfecto lo que no responda al ideal de Dios. Tenemos que enseñar en forma clara lo que Dios requiere para la humanidad. Pero también necesitamos recordar que Dios, aunque odia el pecado, ha provisto soluciones para remediarlo. Debemos odiar el pecado en todas sus formas, pero también debemos ayudar a las personas en sus realidades, en vez de quedarnos en la condenación. No soy ministro fiel si no presento su condenación al mal, acompañada de sus soluciones para ese mal. Lamentablemente, muchos se han quedado en las condenaciones, actuando igual que los fariseos contra la mujer (Jn. 8), sin proveer la gracia y misericordia de Jesús, que es parte de su misma naturaleza.
En las grandes soluciones provistas por Dios hay una verdad que sobresale y es que su gracia y misericordia prevalecen sobre la ley. No es que anulen la ley, sino que la superan. La gloria de la redención en Cristo es que somos perdonados y perdonadas en forma plena, completa y para siempre. Ese perdón implica dos elementos fundamentales: que no tenemos más culpa y que la pena (el castigo) ha sido quitada completa y eternamente en Cristo. ¡Qué notable! ¡Predicamos esta verdad en todas las áreas, excepto el divorcio! Nunca encontramos que fracasar en el matrimonio sea el pecado imperdonable. Pero si Dios no da razones para que el cristiano divorciado sienta culpa, lo más probable es que la iglesia sí se las dé. En la mayoría de los casos, cuando Dios no exige una pena (castigo), la iglesia la impone. Alguien puede haber sido asesino, ladrón, drogadicto, violador; mientras más grandes hayan sido sus pecados, más lo pondremos sobre la plataforma para dar testimonio del perdón y la gracia de Dios. Pero si fracasó en su matrimonio es diferente: lo rechazamos. ¿Cuál es nuestra base para hacer tal distinción de pecados? Y peor todavía, aun la propia víctima del divorcio será tratada como culpable del pecado imperdonable. Necesitamos volver a considerar las implicaciones de la obra perfecta y completa del Señor en el área del divorcio, y predicarlas.
También es necesario que descubramos las soluciones que Dios ha provisto para los diferentes casos, pecados y problemas relacionados al matrimonio, así como también sus soluciones y condiciones. Porque no todos los pecados son iguales, ni tampoco son iguales todas las causas por las cuales se produce un divorcio. Vemos en la misma Biblia diferentes formas de tratar el divorcio según las causas, dependiendo de si eran justas o injustas (Esd. 10; Jr. 3; Dt. 22; Mt. 1.19). Agrupar a todas las situaciones y personas en un mismo casillero puede llevar a conclusiones tan ridículas como el decir que un pueblo es ateo porque una persona del pueblo lo es. Nos gusta encasillar a todas las personas y cosas en uno o dos casilleros, a causa de nuestra pereza, simpleza o prejuicios. Pero la vida es mucho más complicada que eso. Y el verdadero siervo de Dios tiene que aprender a ver las variaciones multifacéticas que se presentan entre las diferentes personas y problemas, así como también los principios y la gracia que ofrece Dios para resolverlos.
Miremos los textos bíblicos más significativos que hablan sobre el divorcio.
Antiguo Testamento
El divorcio según Moisés
Sin duda el pasaje más importante sobre divorcio en el Antiguo Testamento es Deuteronomio 24.14. Este es el texto al que se refieren los fariseos cuando le preguntan a Jesús sobre el divorcio (Mateo 19).
Observaciones del texto:
1. No prohíbe el divorcio ni lo castiga aun cuando la causa pueda ser algún pecado, sino que lo reconoce y lo reglamenta: Habla de cómo debe ser realizado. Esto es interesante, porque en este texto no se señala al divorcio como pecado ni se le condena bajo la estricta ley de Moisés. El que se divorcia de su esposa no tiene que llevar un sacrificio al tabernáculo para estar bien con Dios.
2. Da la causal para el divorcio: "por haber hallado en ella alguna cosa indecente....". Es importante notar que eso no se refiere al adulterio ni a que haya tenido relaciones prematrimoniales, porque la ley penaba estos pecados con la muerte (Dt. 22). Se ha debatido mucho sobre qué es lo que incluye esta expresión, sin llegar a un acuerdo. Dado que en el Nuevo Testamento se especifican las condiciones para el divorcio legítimo, no vamos a entrar en una discusión inútil.
3. El texto indica los pasos necesarios para el divorcio:
a. Escribir una carta de divorcio. La antigua literatura judaica nos ha dejado ejemplos de estas cartas. Su función era que la mujer tuviera un documento que dijera que ella era libre y podía casarse con otro sin peligro de ser acusada de adulterio. Otra función de la carta, era ayudar al hombre a tomarse tiempo para pensar y ver la seriedad de su acto. El hecho de tener que sentarse a escribir una carta que le otorgara permiso a su esposa para casarse con otro y que le impidiera a él reclamarla ni tomarla de vuelta, seguramente frenaba muchos de los arranques de ira momentánea.
b. "La entregará en su mano". El hombre tenía que entregársela personalmente en la mano. Seguramente esto también lo haría pensar y reflexionar.
c. "La despedirá de su casa". Aquí no había una opinión intermedia, la decisión era radical y conclusiva. En las Escrituras no encontramos (con la posible excepción de I Co. 7.10-11, entre cristianos) el concepto de la separación como se lo conoce hoy en día en algunos países, un estado intermedio en que una persona ya no está más casada, pero tampoco está divorciada, en total libertad.
d. "Y salida de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre". Enseña explícitamente que puede ir y volverse a casar. Observe que no desalienta la iniciativa de volverse a casar y tampoco considera que sea pecado.
e. Pero una vez que se ha casado con otro, tiene totalmente prohibido volver al primer esposo, aun después de la muerte de su segundo marido. Y con la advertencia fuerte de que «es abominación delante de Jehová, y no has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad». ¡Qué notable es esta prohibición!, que está repetida también en Jeremías 3.1, 8, y muestra una fuerte oposición a la posibilidad de "rehacer" el primer matrimonio. Esto nos debe llevar a pensar un poco en qué es lo que enseñamos y practicamos en el presente. ¿Hacemos bien al enseñar que deben volver al primer matrimonio?
En resumen, se puede decir que este pasaje de la ley de Moisés no prohíbe el divorcio, sino que lo reglamenta, incluyendo en forma explícita la autorización de que la mujer se vuelva a casar. También incluye la prohibición absoluta de que vuelva a retomar el primer matrimonio, una vez unida a otro hombre.
Los 113 divorcios requeridos por Dios (Esd. 10)
En este pasaje encontramos un caso muy interesante, en el cual Dios les exige a ciertos hombres que se divorcien de sus esposas paganas. Dios ordena la disolución (divorcio) de esos matrimonios, mostrando que hay valores espirituales y eternos que trascienden la supuesta indisolubilidad del matrimonio. En el Antiguo Testamento, al menos, hay divorcios ordenados por Dios, presentados como una parte de su plan. No es que el divorcio fuera una cosa buena sino que era una respuesta a un mal que, a los ojos de Dios, era peor. Dios no odió el divorcio en esta ocasión, sino que odió lo que lo había hecho necesario. Este pasaje es muy interesante a la luz de las enseñanzas de 1 Corintios 7.12-16.
Dios odiaba estos divorcios de hombres que se habían divorciado de sus esposas para cubrir su vestido de la gran iniquidad de casarse con personas completamente prohibidas. El casarse con estas mujeres era una abominación a Jehová. Estaban usando mal la provisión de la ley, dada por Dios para que pudieran divorciarse si encontraban algo indecente en sus esposas. Ellos se divorciaron, no por un problema en sus esposas sino para casarse con mujeres paganas. Dios odiaba este abuso y degeneración. Si entendemos esto, evitaremos la contradicción con otras partes de las Escrituras, donde Dios mismo ordena el divorcio (Esd. 10) o habla de que Él se va a divorciar de Israel (Jr. 3). Dios odia todas las causas que hacen que el divorcio sea necesario, y odia algunos divorcios, pero no todos.
Nuevo Testamento
Las enseñanzas de Jesús sobre el divorcio (Mateo 19)
Ha llegado la hora de mirar lo que Jesús enseñó sobre el divorcio. El pasaje más extenso sobre el tema es Mateo 19. Ha habido gran discusión sobre este pasaje por parte de aquellos que por algún motivo no desean aceptar la enseñanza que está desarrollada claramente aquí. Los argumentos tales como, por ejemplo, "Las palabras no son de Jesús sino de Mateo", y otros similares, han sido rebatidos por muchos eruditos evangélicos, que han demostrado sus errores y engaños. Este artículo asume directamente que este pasaje es parte de la Palabra de Dios inspirada y que debe ser tomado con toda seriedad, como palabra de autoridad. Es fundamental observar el contexto del pasaje. Según el versículo 3, los fariseos habían acudido a Jesús para tentarle. La intención de ellos no era el deseo honesto de saber todas las verdades sobre el matrimonio y el divorcio sino hacerlo tropezar. En situaciones similares, o en otros pasajes, generalmente no encontramos que Jesús responda a los ataques impartiendo enseñanzas completas ni extensas sino compartiendo lo indispensable para encarar la situación. Aquí encontramos lo mismo. Entonces no debemos pretender que Jesús desarrolle todos los puntos básicos del matrimonio y el divorcio sino sólo aquellos conceptos fundamentales que están en juego en la trampa que le están tendiendo. No debemos olvidar esto cuando estudiamos el pasaje.
Algunos consideran que es lamentable que Jesús no haya dado una explicación completa sobre el matrimonio y el divorcio, ni aquí ni en ninguna otra parte. La pregunta es: ¿Por qué? Tal vez haya dos razones posibles: Primero, que Jesús asumiera que la enseñanza del Antiguo Testamento estaba clara, completa y no necesitaba ser "retocada"; segundo, que prefiriera que los apóstoles desarrollaran las doctrinas que hicieran falta sobre el tema en las epístolas. Cualquiera sea la explicación correcta, lo que sí tenemos que creer es que en las Escrituras se encuentra todo lo que necesitamos para vivir y servir como Dios desea, si las estudiamos con cuidado, en su totalidad (2 Ti. 3.1-17).
Observemos entonces la pregunta que le hacen a Jesús: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? No vamos a entrar en las grandes discusiones sobre las dos escuelas de interpretación que están en juego detrás de la pregunta. En esencia, lo que le están preguntando es si una persona podría repudiar a su esposa por "cualquier cosa". El sentido del griego es "por cualquier y toda causa", o "por toda causa, no importa cuál sea". Es a esta pregunta a la cual Jesús dirige su respuesta.
Primero, vuelve al principio, al propósito de Dios, a lo ideal. El propósito es que vivan como una sola carne. Es importante entender que el concepto de una sola carne, en Génesis, es diferente del concepto que tienen muchos hoy. En el hebreo, en Génesis 2.24, la palabra "una" es la misma palabra usada en el famoso pasaje de Deuteronomio 6.4. "Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es". La palabra habla de unidad completa, partes individuales que funcionan como una unidad perfecta. Volviendo a Génesis 2.24, se indica que, la pareja fue hecha para formar una persona constituida de dos partes. La esencia es la unidad de propósito, y funciona en dos partes: El hombre y la mujer. Este fue el diseño de Dios para el matrimonio. ¡Qué triste es cuando no funciona así!
Entonces, en el versículo 6, Jesús da su enseñanza básica: Que el hombre no se debe "separar" (recordemos que el término griego chorizo significa separar por divorcio total -vincular- lo que Dios ha unido). Creo que aquí se expresa la voluntad perfecta de Dios, a la cual todos nosotros tenemos que apuntar y enseñar.
A continuación, ellos le preguntan por qué lo mandó Moisés. Jesús les explica que el motivo de esta provisión era que "Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así". Obviamente, divorciarse no es ninguna virtud, ni algo bueno. En otras palabras, la realidad del pecado hizo que Moisés lo permitiera. No es lo ideal, ni lo que Dios desea, pero está permitido por causa de la dureza del corazón. Debemos notar que Moisés no lo mandó, sino que lo permitió.
Pero Jesús no termina con sólo decir que Moisés lo permitió, sino que vuelve al otro tema en el versículo 9: ¿Cúando puede uno divorciarse y volver a casarse sin pecar? "Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera".
Hay que entender claramente que en el tiempo de Jesús todos aceptaban que un divorcio válido implicaba, automática-mente, la libertad de volver a casarse. Aun las palabras usadas en griego lo muestran. La palabra traducida como divorciar o repudiar es apoluo, que significa "dar libertad". Esta palabra era usada cuando una persona era dejada libre del servicio militar y podía volver a su vida normal, o para el que quedaba libre de un contrato y ya no tenía más responsabilidad. Era la palabra usada comúnmente en el Imperio Romano para el divorcio, indicando que el contrato o compromiso había concluido, dejan-do a los dos en libertad total. "Aun encontramos el divorcio en la iglesia de los primeros 300 años. Algunos autores católicos pretenden explicar la permisión al divorcio testificada por algunos documentos, interpretándola como simple 'separación de lecho, mesa y techo'. Y esto ocurre porque ignoran que, en la realidad, ninguna ley de los tiempos antiguos reconocía tal separación. Ni la ley judía ni la romana veían en la culminación de la unión matrimonial otra cosa sino el divorcio total. No existiendo la separación como institución legal, no es posible que las autoridades eclesiásticas la recomendasen. Debemos concluir, por lo tanto, que los Padres de la Iglesia no se referían a esta separación; cuando permitieron el divorcio, entendieron disolución total del vínculo con permisión de segundas nupcias." (Divorcio y nuevo matrimonio, Víctor J. Pospishil, p.40. Un libro interesante escrito por un erudito católico, quien documenta el cambio de posición de la iglesia católica desde los primeros siglos hasta ahora.)
Lo que se discutía era cuáles eran las bases válidas para divorciarse. Jesús, entonces, da su posición sobre este concepto: Una posición muy estricta para su época. Por eso es que los discípulos reaccionaron en la forma que lo hicieron en el versículo 10. Si no hubiera sido una posición tan estricta en comparación con el parecer popular nunca hubieran reaccionado así. Lamentablemente, hoy en día hay muchos que, por cambiar el sentido de las palabras de Jesús, las hacen todavía más duras de lo que él dijo.
Jesús dice que el que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera. Primero, hay que definir lo que significa la palabra "fornicación". La palabra griega, es porneis, que significa "prostitución, incontinencia, fornicación; práctica de toda clase de relaciones sexuales prohibidas" (Walter Bauer). La palabra tiene un uso muy amplio e implica toda clase de irregularidades sexuales, como la homosexualidad, el incesto, la infidelidad y el adulterio. Los grupos evangélicos que desean restringir el significado a las relaciones sexuales prematrimoniales o de incesto no están usando la palabra como se la entendía y usaba en la Biblia. Es importante comprender la amplitud de esta palabra, porque en la realidad de la vida encontramos personas casadas que practican estos pecados, aunque esta realidad no nos guste .
En otras palabras, todos estos pecados dan la libertad de repudiar y volver a casarse sin entrar en el pecado de adulterio. La razón es que el pecado sexual quebranta la relación en una forma que puede llegar a ser imposible de reparar. "El Antiguo Testamento condena el adulterio con pena de muerte (Lv. 20.10). El Nuevo Testamento dice que un adulterio ha de ser considerado como la muerte de una persona, y el compañero inocente queda libre de sus votos matrimoniales, como si su compañero se hubiera muerto" Jorge Ladd. (El Evangelio del Reino, Editorial Caribe, p. 87).
Segundo, está implícito en el texto, cuando dice "salvo por causa de fornicación" (me epi porneis o parektos logou poneias en Mateo 5), que en el caso en que ha habido porneis no resulta adulterio divorciarse y volver a casarse. Es adulterio divorciarse y casarse de nuevo con otra persona cuando no ha habido "fornicación" por parte del otro cónyuge. Pero cuando la ha habido, siendo que la persona tenía una razón válida para divorciarse y volver a casarse, no es adulterio. ¿Por qué? Porque en el divorcio válido una persona está libre de su compromiso o contrato con la otra persona.
Tercero, Jesús dice que todo repudio y nuevo casamiento que no tiene porneis como su justificación, lleva a uno al pecado de adulterio.
Muchos dicen que la enseñanza de Jesús está dirigida a los que están en el Reino de Dios o que se consideran parte de él, en otras palabras, cuando los dos son participantes del pueblo de Dios. Es importante considerar esta cuestión a la luz de 1 Corintios 7.12-16, donde se da otra base para el divorcio, para casos donde los dos no son parte del pueblo de Dios.
Mateo 5.31, 32
En este pasaje, parte del Sermón del Monte, encontramos exactamente la misma enseñanza que en Mateo 19, salvo que se halla una frase oscura a la que quisiera referirme rápidamente:
"El que repudie a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere" ¿Qué significa esta declaración? Encarándola, esta traducción no tiene sentido. ¿Cómo puede un hombre hacer que una mujer inocente cometa adulterio divorciándose de ella? Seguramente eso está solamente en las manos de ella. Es como decir que un hombre es llevado a robar porque le roban sus cosas.
Guillermo Hendriksen ofrece una explicación satisfactoria. Jesús está hablando aquí del pecado del hombre, no de la mujer inocente. Ella no ha hecho mal. Es él quien ha pecado y cometido adulterio por medio de su recasamiento.
La clave del problema parece encontrarse en el hecho de que el verbo está en forma pasiva (en griego), indicando algo sufrido, no algo cometido. Una autoridad tan eminente como Thayer afirma que no hay razón por la que deba ser traducido en forma activa aquí.
En vista de esto, Hendriksen hace esta traducción: "Pero yo les digo, que cualquiera que se divorcia de su mujer, salvo por causa de fornicación, hace que ella sufra el adulterio", (no que lo cometa) y el que se case con la divorciada, se hace culpable de adulterio. Ella sufre lo malo. El hace lo malo." (Verdadero Discipulado, de Osvaldo Sanders).
Lucas 16.18 y Marcos 10
Aquí encontramos a Jesús dando la enseñanza del ideal de Dios sin hablar de la excepción. Algunos quieren entonces invalidar la enseñanza clara de Mateo 5 y 19, diciendo que no está incluida en los otros pasajes. Pero hay dos puntos importantes para contemplar en este sentido:
1. Tenemos que estudiar toda la Escritura para encontrar todo el consejo de Dios. Es lo mismo que pasa con la oración: Algunos pasajes dicen "Pedid y recibiréis", sin hablar de ninguna condición. Pero todos nosotros sabemos (o debemos saber) que tenemos que entender esos pasajes en base a los otros que sí ponen condiciones como, por ejemplo, que nuestra petición sea según la voluntad de Dios.
2. Muchos eruditos del griego afirman que el sentido del idioma, en Lucas, es "Todo el que repudia a su mujer para casarse con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido adultera. En otras palabras, cuando un hombre se divorcia de su mujer porque (su motivo es que ) vio una que le gustó más, no porque encontró en su primera mujer algo indecente o fornicación sino porque directamente quería otra, Jesús dice que es incorrecto, es adulterio casarse con la otra y es incorrecto (adulterio) para el que se case con la repudiada por participar en el mal del hombre que se divorció sin razón válida.
Enseñanza epistolar
El primer texto que vamos a considerar es 1 Corintios 7.10-16. Es muy importante comenzar en este texto porque es el único pasaje de las epístolas que fue escrito específicamente para hablar sobre la cuestión del divorcio.
El primer punto digno de observación es la diferencia entre los versículos 10-11 y 12-16. Se dice que la diferencia está en que los primeros son inspirados porque los mandó el Señor y que los segundos no lo son porque expresan la opinión de Pablo, de modo que se puede opinar que aquí Pablo se equivocó. Pero esa forma de interpretar las Escrituras (aunque es muy conveniente si deseamos escoger y rechazar las partes de la Biblia que nos gustan personalmente) no es muy honesta.
Si se estudian las Escrituras con un poco más de honestidad y diligencia, se encuentra lo siguiente: Generalmente, cuando un autor dice que el Señor dice o manda algo, se refiere a verdades que el Señor dijo o mandó directamente en persona. En cambio, a través de todas las Escrituras, cuando el mensaje inspirado ha venido a través de una persona, lo más común es que hable como si fuera suyo. Vemos esto en el vr. 25 del mismo capítulo, donde Pablo dice nuevamente que no tiene "mandamiento del Señor; mas doy mi parecer, como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel". Pablo considera que aquello que comparte como su opinión merece ser tomado como palabra fiel. Más aun, casi todas las epístolas están presentadas de esta misma forma por los apóstoles: "Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo ... a la iglesia de....". O "Pedro, ... a los expatriados que están en....".
¿Quién estaba escribiendo? ¿Pablo? ¿Pedro? Sí, bajo la inspiración de Dios (2 Pe. 1.20-21). Jesús mismo usa esta forma en diferentes oportunidades, cuando hace referencia a alguna verdad que Dios reveló a través de uno de sus instrumentos, y no en forma directa Por ejemplo, dice que "por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió...." (Mt. 19.8). ¿Acaso Jesús está diciendo que lo dijo Moisés y no Dios? Nosotros sabemos muy bien que Moisés fue el medio a través del cual habló Dios.
Entonces, volviendo a 1 Corintios 7.10-16, encontramos lo siguiente: Los versículos 10-11 se refieren a una verdad sobre la cual Jesús dio un mandamiento en forma directa, pero los versículos 12-16 tratan de un tema del cual Jesús no habló, y del cual entonces habla Pablo. Fijémonos en lo que enseña:
1. "Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer". En el contexto de los versículos 10-11 está hablando a parejas en que los dos son cristianos. En este caso, el Señor ha mandado directamente. ¿Cuáles son las verdades que se aplican a las parejas cristianas? Primero, que no se deben separar. Eso es lo correcto y debido. Las parejas cristianas tienen el poder como para resolver sus problemas en la gracia de Dios, de modo que no debe haber necesidad de separación. Pero, de todas maneras, otorga esa posibilidad cuando, por alguna razón, alguien no está queriendo o pudiendo vivir según esta norma. En esos casos, Pablo dice que, si se separa, no se debe volver a casar. No ordena que la pareja cristiana se separe, pero sí contempla la realidad de que va a ocurrir en algunos casos. Observe que no prohíbe la separación, sino que la reglamenta. Segundo, dice: "si se separa, quédese sin casar o reconcíliese con su marido". En este versículo, encontramos que el creyente que se separa de otro creyente no está en libertad de volver a casarse con otro. La persona tiene dos opciones: Permanecer sin casarse o reconciliarse.
Este pasaje se refiere a dos personas que son creyentes y que, aparentemente, no tienen causantes como el adulterio, para divorciarse. (En Mt. 19 estudiaremos las excepciones posibles). Una pareja donde los dos son creyentes, puede resolver problemas de carácter, de hábitos, de "incompatibilidad", con la ayuda del Señor (muchas veces el Señor usa un pastor, un libro, un profesional cristiano como instrumentos), si ambos están dispuestos a buscar ayuda. Debido a que, como creyentes, es posible que resuelvan cualquier problema, Dios no les da otra salida. Necesitan arreglar sus problemas o quedarse sin casar. Pero como no es fácil vivir sin pareja, la situación debe llevar a la persona a ver su necesidad de cambiar.
Pastoralmente, creo que cuando se ve a un miembro de la pareja que no está dispuesto a cambiar, y sus comportamientos o actitudes son pecaminosas, se hace necesario seguir los pasos de Mateo 18.15-18. Si no hay ninguna indicación de arrepentimiento, en ciertos casos se puede llegar a dudar de que esta persona sea nacida de Dios.
El adulterio tiene solución cuando la persona que lo cometió se arrepiente y se aparta, porque su cónyuge puede perdonarle con la gracia de Cristo. Pero cuando no hay arrepentimiento y se han seguido los pasos de Mateo 18.15-18, la pareja se ha disuelto de hecho.
Es importante para nosotros observar que la palabra "reconciliarse", en griego, implica la acción de resolver las dificultades o diferencias que han causado el problema Muchas personas empujan a las parejas que se han separado a volver a vivir juntas, llamándole a eso "reconciliación". Pero, al no haber resuelto los problemas, el resultado es que, generalmente, al poco tiempo, se vuelven a pelear. Nuestro gran desafío, como consejeros, es ayudar a las personas a encarar los problemas y cambiar, para que puedan vivir juntas en una forma satisfactoria. No hay ninguna virtud en que vivan debajo del mismo techo, si día y noche se la pasan peleando y destruyéndose uno al otro. Tenemos que ayudarlos a reconciliarse (cambiar) bíblicamente.
2. En los versículos 12-16, el apóstol Pablo encara otro problema: El de una pareja "mixta", donde uno es creyente y el otro no. Cuando Jesús estuvo en la tierra no habló de este problema, de modo que Pablo tuvo que hacerlo. Cuando el evangelio se extendió en culturas paganas, frecuentemente se presentó el problema de que un miembro de la pareja se convirtiera y el otro no. ¿Cuál es la enseñanza que los cristianos deben tener en cuenta?
a. Si el no creyente consiente ("siente placer", según el griego), el creyente no debe abandonar al no creyente. Debe vivir de tal forma que su conducta buena, casta, amorosa gane al no creyente (1 Pe. 3).
b. "Pero ... (v.15) si el incrédulo se separa, sepárese". Si el incrédulo quiere separarse, el creyente debe separarse. Aquí hay un concepto en el cual es muy importante entender el vocabulario usado. La palabra aquí, en griego, es chorizo, que significa separación por divorcio total (vincular). El concepto católico de la separación como un estado intermedio, distinto del divorcio, era desconocido en la antigüedad. En aquellos tiempos, la separación se hacía por divorcio (total). No había separación sin divorcio. Tenemos que interpretar el pasaje a la luz del uso de la palabra en la época neotestamentaria y no según nuestros conceptos modernos. Literal-mente, la frase dice: "Si el incrédulo desea separarse (el significado de la palabra en griego es: separarse por divorcio total) déjelo". La idea es que, si el incrédulo ha decidido divorciarse, el creyente no debe tratar de impedirlo.
Si hoy en día Pablo escribiera este versículo en castellano moderno, probablemente diría algo así: "Si el incrédulo se quiere divorciar, divórciese, firme los papeles". La expresión "sepárese", en el griego, está en el imperativo permisivo, que implica que el creyente debe separarse. Es una orden. En otras palabras, es un caso en que se exige el divorcio.
En el versículo 15, encontramos más evidencia importante sobre este concepto. Pablo dice que, en el caso de que el no creyente se separe, el hermano o la hermana no están sujetos a servidumbre. Hoy hay mucha controversia sobre lo que significa esta expresión, mayormente porque la vemos a través de nuestros ojos modernos. Pero miremos el sentido de las palabras en esa época. "Bajo servidumbre" y "no está ... bajo servidumbre" eran términos legales que se empleaban en el comercio de esclavos. Cuando un amo compraba un esclavo, el esclavo quedaba sujeto al yugo de servicio ininterrumpido hacia el dueño. Si un esclavo se escapaba, el amo podía hacerlo arrestar y traer de vuelta, pero si se declaraba legalmente que "no estaba bajo servidumbre" el que había sido su amo hasta entonces, no tenía ya derecho alguno sobre él. La liberación del esclavo consistía en un "certificado de entrega" o "contrato de renuncia". Este justamente es el efecto que tenía la carta de divorcio en el caso del matrimonio mencionado en 1 Corintios 7.15.
"No está bajo servidumbre": Expresión fuerte que indica que el cristianismo no ha convertido al matrimonio en un estado de esclavitud para los creyentes. Claramente, el significado es que la deserción voluntaria por el cónyuge incrédulo deja libre al otro. Tales casos no están contemplados en las palabras de Cristo en Mateo 5.32 y 19.9, las cuales eran una instrucción dada especialmente para Israel, como pueblo de Dios, en primer lugar y luego para la Iglesia de Cristo."
El Dr. Jay Adams dice: «(En el vr. 15) el estado en que se encuentra el creyente después de tal divorcio, se define así: Bajo estas circunstancias el hermano o la hermana no está atado».
Todos los lazos del matrimonio han sido quitados. Está completamente eximido de toda obligación matrimonial y es una persona totalmente libre. Tampoco tiene ninguna obligación a reconciliarse en matrimonio. Pablo expresa esta idea más adelante en el versículo 27b, cuando habla de estar 'libre de mujer'. La palabra libre es luo (en griego), 'soltar, desatar, liberar', que en el versículo 27 está contrapuesta a deo, 'atar, ligar' (usada para decir que está ligado a su esposa). La palabra deo vuelve a aparecer en el vr. 39 con el mismo significado. Sin embargo, en el versículo 15, el término empleado, en lugar de ligado', es 'sujeto a servidumbre', del griego douloo, un término todavía más fuerte que significa 'esclavizar'. La idea es que, cuando los lazos del matrimonio se han roto, el creyente está liberado de sus obligaciones matrimoniales hacia el no creyente, y de la carga de tratar de mantener un matrimonio sobre el cual el no creyente no tiene pretensión alguna. Está liberado de esa esclavitud." Por lo tanto, está implícito que la persona divorciada está libre de las responsabilidades legales y espirituales. Como resultado, también está libre para volver a casarse mientras que esta vez los dos sean del Señor. No es un adúltero vuelto a casar, porque está libre delante de Dios, y aún podríamos decir en obediencia a Dios, ya que Él mandó que uno se separe (divorcie) si el incrédulo desea irse.
Lo básico que Dios señala aquí por lo cual el creyente debe "firmar los papeles" es: «Sino que a paz nos llamó Dios. Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?». Note dos razones: Primero, "que a paz nos ha llamado Dios". En otras palabras, Dios desea que el creyente viva en paz. Si es imposible en su hogar, por la convivencia con el incrédulo (por culpa del incrédulo, si el creyente realmente está viviendo como Dios desea), la partida del mismo resulta en la posibilidad de que el creyente tenga la paz a la cual lo llama Dios. Segundo, siendo que no sabemos si el incrédulo va a conocer al Señor o no, no debemos basar nuestra esperanza en eso. Lamentablemente, muchos cristianos quieren prometerles a otros lo que Dios nunca ha prometido. Dios no le da al creyente la seguridad de que su cónyuge se va a convertir. Cuando algunos cristianos toman las palabras de Pablo al carcelero de Filipo, "Tú y tu casa serán salvos", están usando una promesa hecha a un hombre particular, que en ningún lado es repetida como una promesa a todas las personas. Este mismo Pablo, en 1 Corintios 7, enfatiza que no sabemos si el cónyuge se va a salvar, por lo cual no debemos frenar la separación si el cónyuge lo desea. ¡Qué diferentes son muchos de nuestros conceptos a los de la Biblia! ¡Qué error es decirles a los creyentes que no deben cooperar en la separación porque "hay que tener fe en la promesa de Dios de que Él va a salvar a toda la familia"! Ocurre en algunos casos y no en otros. No es que alentemos la separación sino que reconocemos lo que Dios enseña aquí.
Hace poco tiempo vino a mi oficina una señora que se ha estado resistiendo a otorgar la separación que su esposo desea. Ha intentado detener eso a toda costa. Pero ¿cuál ha sido el resultado? Sólo ha conseguido que el esposo se vuelva más agresivo; está maltratando a los niños y a ella misma. Después de haberle leído y explicado 1 Pedro 3.1-5, que habla de cómo tratar al esposo incrédulo, tratando de ganar al esposo por el lado bueno, también tuve que decirle que, si de todos modos, él sigue insistiendo en separarse, ella no debe oponerse.
Romanos 7.1-3
Este pasaje ha sido usado para enseñar del divorcio. Sin embargo, no fue escrito con ese propósito. Pablo usa el matrimonio para ilustrar una verdad teológica, pero no escribió este pasaje para hablar del matrimonio. Es lógico que él no mencione allí las excepciones a la regla general en el matrimonio, porque únicamente crearían confusión sobre el tema que en realidad está tratando: Nuestra unión con Cristo.
Creo que la respuesta cristiana al nuevo casamiento es igual. Dios, en su amor, provee un remedio que no es lo ideal. Sin embargo, el remedio permite a la persona vivir con la ayuda que necesita (Gn. 2.18) y con la protección necesaria contra la inmoralidad (I Co. 7.2). Dios provee, en su misericordia y gracia, la posibilidad de una nueva oportunidad.
La triste necesidad del divorcio debe impulsarnos, como cristianos, a enseñar, amonestar, aconsejar y usar todos los medios posibles para ayudar a las parejas a no llegar nunca al punto de tener que divorciarse. Cada caso que enfrento me hace consciente de cuánto necesito trabajar para evitar este gran mal. El divorcio no es una cuestión fácil ni agradable, pero mientras haya pecado en el mundo, deberemos seguir enfrentando su realidad. Que Dios nos ayude a entender cada vez más su pensamiento para cada caso.